“La Sagrada Pasión de nuestro Señor Jesucristo”
Por las benditas animas del Purgatorio
Domingo
Por la señal…
Ofrece los gravísimos afanes, tormentos, angustias y dolores que padeció el Señor en el huerto, diciendo:
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, uno por uno, todos los tormentos de vuestra Pasión santísima, la muerte penosísima de cruz y preciosa Sangre que derramasteis por la salvación eterna de nuestras almas.
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella tan fiera tristeza que os ocasiono el horror de la muerte que os amenazaba, faltándoos muy poco para expirar de congoja, como lo expresasteis a tus amados discípulos con aquellas palabras: “Triste está mi alma hasta la muerte”, esto es, afligida con tristeza mortal.
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel acto humilde y devoto con que en las más graves angustias, queriendo orar a vuestro Eterno Padre, os pusisteis de rodillas, postrado sobre la tierra, por reverencia del Padre y por las mortales ansias y congojas que oprimían a vuestro purísimo Corazón.
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella oración resignada, con que pedisteis a vuestro Padre que, si era posible, os dispensase el amargo cáliz de vuestra muerte, y, conformando vuestra humana voluntad con la Divina, dijisteis: “Cúmplase vuestra Voluntad, y no la mía.”
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella ardiente caridad con que visitasteis a vuestros amados discípulos, estando anegado en un mar de angustias, exhortándolos a la vigilancia y la oración para que no fuesen vencidos de la tentación.
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella firme perseverancia en la oración, estando en el colmo de vuestras aflicciones, agonizando en mortales angustias por el remedio y la salvación eterna de los pecadores.
Alabado seáis, mi Dios.
Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella sagrada y sagrada Sangre que, a fuerza de intenso dolor, sudasteis en tanta abundancia, que corrió hasta la tierra.
Alabado seáis, mi Dios.
Oración
Para cada día después de los ofrecimientos:
Dios eterno, por tu inmensa clemencia, en nombre de tu Hijo Jesucristo y por los méritos de su Pasión santísima, te suplico con cedas eterno descanso a las afligidas almas que están detenidas en las acerbísimas penas del Purgatorio, para que cuanto antes gocen de la bienaventuranza eterna como los desean. También te pido humildemente Dios mío, en nombre del mismo Jesucristo, Hijo tuyo y Redentor del mundo, que perdones los pecados que yo y todos los hombres hemos cometido, que a todos nos des verdadero arrepentimiento para enmendarnos y observar tu divina Ley, con los auxilio de gracia que necesitamos para mejor servirte en esta vida y alabarte en la eterna gloria que esperamos por tu infinita misericordia.
Amén.
Padre nuestro… Avemaría… Gloria…
Oración
¡Oh Dios, Creador y Redentor de las almas! Concede a las de tus siervos y siervas la remisión de todos sus pecados, para que consigan por las piadosas oraciones de tu Iglesia, la indulgencia y el perdón que siempre necesitaron. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.