Esto dice el Señor:
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»”.
Ya a casi el final del primer mes del año, la energía con la que empezamos a cumplir nuestros propósitos empieza a decaer. De pronto ya no vamos al gimnasio, cortamos la dieta, dejamos de leer, o no nos hemos inscrito a los talleres de ayuda comunitaria. Pues es justo ahora que, en las lecturas de hoy, Cristo nos recuerda que no podemos dar entrada a los pretextos en nuestra vida.
Empieza su ministerio en el momento justo, como estaba planeado, más bien, profetizado. Sabe en qué momento debe empezar y lo hace. Así nada más. Luego va y llama a sus discípulos, quienes al oír su voz, también dejan de hacer lo que están haciendo, dejan a un lado lo menos importante y priorizan sus actividades. Simplemente lo hacen.
Lo sencillo no siempre es fácil; caemos en miles de mini-tareas que nos hemos impuesto, para “parecer” ocupados y poder justificar el no hacer lo realmente importante en nuestras vidas. Hoy mismo, le dije a mis familiares y amigos que no he hablado con ellos porque “he estado vuelto loco”; hoy, me disculpé por no llamar a una amiga en su cumpleaños porque “no sé ni qué día vivo”; hoy, en el templo, le he dicho a Dios que he rezado sólo un poco porque “no he tenido ni un segundo para respirar”; hoy caminé tan rápido, que no sabía ni a dónde iba, pero ya quería llegar.
Cristo sabía que tenía poco tiempo, tres años, para hacer todo lo que tenía que hacer; no dudaba, lo hacía; no solicitaba, llamaba a la gente. Así como nunca nos ha puesto pretextos para demostrarnos su amor y su misericordia, esforcémonos por ni siquiera contemplar la idea de poner pretextos para seguir su voluntad y cumplir nuestra misión de ser Luz de amor y generosidad en obras de caridad para nuestros prójimos.
Que tengan un excelente inicio de semana.
Un abrazo,
Paco
Efectivamente dejamos pendientes en nuestra vida, esperando recuperar el tiempo y tratar de hacer para más tarde lo que dejamos inconcluso, pero eso nunca sucede,por eso es bueno planear y fijar obljetivos que se puedan alcanzar. Jesus vino a dar continuidad al plan de Dios, enseñarnos el camino de salvación y ese es nuestro objetivo primordial. Sobre ese objetivo son nuestras prioridades.