III Domingo de Adviento.
“DIOS MISMO VIENE A SALVARNOS”.
Esto dice el Señor: Que se alegren el desierto y la tierra seca,
que con flores se alegre la pradera.
Que se llene de flores como junquillos,
que salte y cante de contenta,
pues le han regalado el esplendor del Líbano
y el brillo del Carmelo y del Sarón.
Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé,
todo el brillo de nuestro Dios.
Robustezcan las manos débiles
y afirmen las rodillas que se doblan.
Díganles a los que están asustados:
“Calma, no tengan miedo,
porque ya viene su Dios a vengarse,
a darles a ellos su merecido;
El mismo viene a salvarlos a ustedes.
Entonces los ojos de los ciegos se despegarán,
y los oídos de los sordos se abrirán,
los cojos saltarán como cabritos
y la lengua de los mudos gritará de alegría.
Porque en el desierto brotarán chorros de agua,
que correrán como ríos por la superficie.
y por ahí regresarán los libertados por Yavé;
llegarán a Sión dando gritos de alegría,
y con una dicha eterna reflejada en sus rostros;
la alegría y la felicidad los acompañarán
y ya no tendrán más pena ni tristeza.
PALABRA DE DIOS.- TE ALABAMOS, SEÑOR.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.