Milagros Eucarísticos
La plegaria del Leñador
Año 1880 Suiza
En 1883 hacia pocos años que había ocurrido el siguiente maravilloso suceso: Un párroco oyó de noche una voz que le llamaba y decía: “Vaya luego a tal punto de las montañas de Suiza, y administre el Viático a un hombre que presto va a morir” el párroco se levantó, tomó el santo Viático, y montando a caballo fue allá en compañía del sacristán.
Al despuntar la aurora llegó al lugar indicado, vio a un viejo leñador y le pregunto: “¿Hay algún enfermo en vuestra familia? –Contesta el viejo- que yo sepa- ninguno gracias a Dios”. Manda preguntar por las casas de campo cercanas, y el tal enfermo no parece.
No sabiendo el párroco explicarse lo que ocurría, determino volver la rienda y marcharse a su parroquia, cuando el viejo leñador le dijo: “Señor Cura, ya que lleváis el Santísimo Sacramento, y yo por mis graves achaques no puedo ir a mi tan lejana parroquia, descansad un poco en esta capillita, me confesaré, y luego dadme la Comunión” –Muy bien, respondió el Cura, y satisfizo los deseos de aquel hombre.
Se puso después en marcha, y aún no se había alejado doscientos pasos, cuando fue corriendo, a su encuentro un joven que gritaba: “Señor Cura! ¡Señor Cura! Vengase presto que a mi padre le ha dado un ataque” en efecto: llega a la casa y encuentra al hombre agonizando, pero con el rostro alegre y sereno. Al ver al sacerdote, dijo: “El ángel custodio os ha enviado. Por mi fuisteis anoche llamado. Estaba próximo a morir y no lo sabía. Siempre tuve especial devoción al Santísimo Sacramento, y como temía ser víctima de un ataque, un día roge al Señor no me dejara morir sin recibir el santo viático, ¡Bendito sea Dios, que me escucho!”
Al poco rato de dichas estas palabras, con los sentimientos de las más acendrada piedad y con la paz del justo, el viejo leñador asistido de su propio párroco, entrego el alma a Dios.