Milagros Eucarísticos
Pan de Vida
Año 1690, Barcelona (España)
La historia Eclesiástica refiere de muchos Santos, entre otros el Beato Nicolás, Flue, Juan Matler de Norfolk, Amico Picard, San Pablo de León, Santa Catalina de Sena y Santa Rosa de Lima, que les bastaba la sola recepción de la Sagrada Eucaristía para conservar las fuerzas corporales que habían menester para las obras del servicio divino.
Más aun cuando tan grandes Santos fueron muy señalados en la abstinencia del manjar corporal, lo fue de un modo especial el gran taumaturgo San José Oriol, natural de Barcelona y Beneficiado de Nuestra Señora del Pino, varón verdaderamente extraordinario por las heroicas virtudes que resplandecieron en todo el decurso de su vida sacerdotal, nacidas y desarrolladas al calor de la Sagrada Eucaristía, de la que era singular devoto.
Notoria cosa fue que pasó San José Oriol la mayor parte de su vida alimentándose solamente con pan y agua. Esta rara austeridad tuvo origen de lo que pasó un día en que comiendo en casa del Marqués de Argendola, así se alargó el brazo para tomar de la fuente que estaba en medio de la mesa, al punto una mano invisible le tiró del codo hacia atrás. Volvió el rostro y no vio a nadie. Intenta de nuevo tomar de la fuente, y segunda vez la mano invisible le tira el codo hacia atrás. Sucede tercera vez el prodigioso hecho, y en seguida conociendo el Santo ser un particular aviso del cielo, se recoge a la oración, y en ella tuvo un dulce éxtasis, en el cual se le dio a entender que, desde aquel día, su único-alimento había de consistir en pan y agua.
Tan admirable abstinencia guardó por espacio de veintiséis años, y en algunos de ellos estuvo sin comer cuarenta días seguidos, menos los domingos, sustentándose únicamente con el Divino Pan del Santo Sacrificio de la Misa, que le amortiguaba la sensación del hambre por el alimento corporal, y le dejaba fortalecido para toda suerte de trabajos apostólicos que emprendiese a gloria divina.