La Eucaristía
“Santifica las pasiones”
Reflexionemos:
¿Qué son las pasiones? La respuesta es doble:
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Negativa: en contra de lo que quizás piensas y crees, no son las tendencias de los bajos instintos de la naturaleza, aún cuando acompañen y estén íntimamente ligados al amor.
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Positiva: propiamente son los movimientos del apetito sensitivo, causados por el conocimiento del bien o del mal (aspecto formal y psicológico) y que al mismo tiempo se realizan con una alteración corpórea (aspecto material y fisiológico)
En el sentido impropio y elevado: son todos los movimientos de la voluntad, tanto de acercamiento al bien como de retroceso del mal.
De modo que estos fenómenos o pasiones están presentes en todos y en cada uno de los hombres, y su valor moral: en sí mismas no son ni buenas ni malas (dependen del objeto en que recaen)
En el concepto moral o vida del hombre
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Todos los actos del hombre están ordenados a su perfección.
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Pero sabemos que la libertad es la norma que condiciona toda actividad humana y que las pasiones son meros instrumentos ordenados al bien moral del hombre, aunque diferentes al mismo; o sea, que se les puede poner al servicio del bien o del mal.
En el concepto teológico o vida sobrenatural del hombre
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Nos consta que un pecado –el de origen- motivó la pérdida del equilibrio pasional
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Desde entonces las pasiones actúan con más vehemencia, presentando los objetos sensibles con más atractivo que los espirituales…
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La voluntad fácilmente se deja seducir y se convierte a los objetos creados, volviendo totalmente las espaldas a Dios por el pecado.
¿Qué nos dicta la conciencia en lo cotidiano?
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En presencia del bien, hay 5 pasiones: amor, deseo, gozo, esperanza y desesperación.
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¡Cuántos amores ilícitos tenemos: riquezas, bienes del cuerpo…absorben la energía espiritual!
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¡Cuántos deseos ilícitos! el placer de la concupiscencia; deseaste que fracasara tu hermano…
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¡Cómo gozaste ilícitamente en pensamientos: recuerdos, imágenes deshonestas, palabras: conversaciones obscenas y obras…
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Qué esperanza tan vana. Todas las ilusiones, todo el porvenir, cifrado en algo caduco: una mujer, fortuna, titulo, una vida desordenada… ¿Y después?
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Que es imposible ser honrado en los negocios: ¿desesperas? ¡tenemos que renunciar a tantas cosas!
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Frente al mal, hay seis pasiones: odio, fuga, tristeza, audacia, temor, ira.
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Quizás se odia a los propios familiares, vecinos, el prójimo que triunfa en la vida…
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¡Cómo se huye y se rehúsa al dolor! ¡Son mejor las comodidades, la diversión!
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¡Cómo nos entristece, desmoraliza la perdida de aquel objeto que amábamos tanto!…
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Nos remuerde la conciencia ¿Te atreves a callarla?
¿No sabíamos? Todos esos actos y tendencias son fruto y principio de los movimientos pasionales. Ahora podrás comprender su existencia, y a qué se deben las grandes espinas del corazón…
¿Si queremos desterrar esas heridas? El remedio es eficacísimo: es La Eucaristía….
¿Cómo es que la Eucaristía santifica las pasiones?
La eficacia y virtud santificadora de los Sacramentos depende en gran parte de las disposiciones subjetivas de aquel que los recibe. Sentirás los efectos Eucarísticos principalmente porque establece la paz y sosiega las pasiones.
¿Por qué?
Porque es el sacramento de la Caridad- causa de la paz.
La Eucaristía es por excelencia el Sacramento de la caridad:
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Por razón de la institución:
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La Eucaristía es el mismo sacrificio de la cruz perpetuado; y nos redimió Cristo “Por un exceso de caridad” Gal 2, 4-5
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Es la comunicación máxima de bienes que sólo puede obedecer a un amor máximo.
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Por su propia presencia:
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Representa la inmensa y suprema caridad con que Cristo ofreció su vida por nosotros.
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Es el Cuerpo y la Sangre de Cristo en estado comunicable, como alimento espiritual- comunicación propia de la caridad.
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Por su efecto específico: transforma el alma en Cristo.
La caridad es causa de la paz: establece una quietud completa, estable y ordena todos los pensamientos de cada uno en Dios “la tranquilidad del orden”
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Pone el debido orden en todos los pensamientos y afectos, porque la caridad debe informar e informa todas las virtudes, tanto teologales como morales, entre ellas la fortaleza y templanza (que se ocupan de las pasiones). Toda virtud, por razón de su forma unifica y ordena los objetos que caen bajo su dominio: la visión ocular… luego encauza, aquieta, porque ordena y diviniza las pasiones…
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Es, según Dios, razón última de toda ordenación del bien. La paz pertenece al orden del bien, dándole firmeza y estabilidad.
Por tanto, la Eucaristía es el Sacramento de la paz:
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Cristo, con su muerte, restableció el orden deshecho por el pecado.
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Cristo, con su presencia Eucarística, aumenta todas las gracias y virtudes; nos transforma en su propia vida; ahuyenta y vence todos los enemigos del alma; demonio, mundo, carne.
¿Cómo?
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Encauzándolos al bien. Con la caridad todo lo amamos, en Dios y para Dios. La Eucaristía es, por excelencia, el Sacramento de la caridad.
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Aquietándolas: ante la presencia de Dios, Bien infinito, que satisface plenamente todas las exigencias de la voluntad.
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Divinizándolas: como en Cristo y en la Santísima Virgen, todo lo ordena a Dios, en Dios y a través de Dios.