Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 8. El amor de nuestro Señor hacia su pueblo.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Acto de Contrición
Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Acto de Consagración
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.
Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.
Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.
Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.
Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…
Día 8
El amor de nuestro Señor hacia su pueblo
Lectura de la profecía de Oseas 11, 1-9
Cuando Israel era niño, lo amé, y llamé a mi hijo. Cuando más lo llamaba, mas se alejaban de mí: ofrecían sacrificios a los Baales, e incienso a los ídolos. Yo enseñe a caminar a Efraín, tomándole por los brazos, pero ellos no sabían que yo los cuidaba. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor; yo era para ellos como los que lanzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no hombre; el Santo en medio de ti y no vendré con ira.
Palabra de Dios.
Corazón de Jesús en tu amor confío.
Plegaria
Oh Jesús, tu pequeñez en la santa Hostia me habla.
De tu pequeñez cuando viniste al mundo: te hiciste niño en el pesebre.
De tu pequeñez en tu familia: donde elegiste por padres a unos sencillos obreros de un barrio pobre.
De tu pequeñez en tu patria: cuando quisiste vivir en un pueblo desconocido y olvidado como Nazaret, del cual decían que de allí nada bueno podría salir.
De tu pequeñez en tus amistades: cuando escogiste como colaboradores a pobres e ignorantes pescadores de Galilea.
De tu pequeñez en tus preferidos, que eran los pobres, enfermos, niños y pecadores.
De tu humildad: en tus apariciones en público pues te escondiste cuando te fueron a nombrar rey, y te presentaste cuando te iban a coronar de espinas, a escupirte y a azotarte y llenarte de burlas y desprecios.
Oh Jesús, lleno de sencillez y de humildad: enséñanos tu humildad que lleva a la santidad.
Amén.
La gran aparición del Corazón de Jesús.
San Claudio de Colombiere dio la orden a santa Margarita de que escribiera todo lo que viera en las apariciones y todo lo que nuestro Señor le dijera.
La revelación. En el mes de junio de 1675, una noche estando santa Margarita después de la fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, arrodillada ante el santísimo expuesto en la capilla, le decía a nuestro Señor el gran deseo que sentía de amarlo, de devolverle amor por amor y de obtener que otras personas lo amaran mucho también, y de un momento a otro vio que se le aparecía Jesús como ésta en las imágenes del Sagrado Corazón. Su Corazón con la herida de la lanza del soldado. Coronado de espinas. Con unas llamas alrededor. Y le dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a la gente y que no ha ahorrado ningún sacrificio con tal de demostrarles su amor, llegando hasta el extremo de hacer los más grandes sacrificios por salvar a los pecadores. Pero de las gentes ha recibido en cambio ingratitudes, olvido, faltas de respeto, sacrilegios y desprecios en este Sacramento del AMOR. Y lo que más me disgusta es que son almas consagradas las que muchas veces me ofenden: sacerdotes, religiosos, religiosas y demás apóstoles”.
La petición de una Fiesta. Y añadió nuestro Señor: “Pido que se instituya una Fiesta especial para honrar a mi Sagrado Corazón, el Viernes siguiente a la fiesta de Corpus Cristi… y que en ese día me ofrezcan la Comunión en desagravio por las ofensas que mi amor recibe. Que se adore la santa Eucaristía, rodeándola de honor y amor, para compensar las indiferencias y el desprecio que recibo”.
Una Promesa. “Prometo que mi Corazón se abrirá para derramar abundantes ayudas y gracias a todos los que le rindan homenaje y a quienes ayuden a otros a hacer lo mismo. Todos ellos sentirán los provechosos efectos de mi Amor Divino”.
Práctica: Ofreceré la Santa Misa y la Sagrada Comunión, o al menos alguna pequeña oración para desagraviar al Sagrado Corazón de Jesús de las ofensas que le hacemos los pecadores en todo el mundo.