Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 7. Jesús, el cordero…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 7. Jesús, el cordero…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 7.  Jesús, es el cordero de Dios.

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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

 

Día 7
Jesús, el cordero de Dios, es adorado en el Cielo.

Lectura del libro del Apocalipsis 5

Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso que proclamaba con fuerte voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y soltar sus sellos?” pero nadie era capaz, ni en el cielo ni en la tierra ni bajo la tierra, de abrir el libro ni de leerlo. Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo. Pero uno de los Ancianos me dice: “No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos.”

Entonces, vi, de pie, en medio del trono y de los cuatro Vivientes y de los Ancianos, un Cordero, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. Y se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una citara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los Santos. Y cantan un cántico nuevo diciendo:

“Eres digno de abrir el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y compraste para Dios con su sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.”

Y en la visión oí la voz de una multitud de ángeles alrededor del trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su número era miríadas de miríadas y millares de millares, y decían con fuerte voz:

“Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.”

Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían:

“Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos de los siglos.”

Y los cuatro Vivientes decían: “Amén”; y los Ancianos se postraron para adorar.

Palabra del Señor.

 

 

 

Plegaria

Oh Jesús estoy aquí en tu Presencia.
Como un pobre, ante el dueño de cielo y tierra y de todo lo que existe. Socórreme.

Como un enfermo, ante el médico que no ha venido a buscar a los que están sanos sino a los que están enfermos. Cúrame.

Como un discípulo, ante el que ha dicho: “Uno sólo es vuestro Maestro, Cristo” enséñame.

Como una oveja extraviada, ante el Pastor que deja las noventa y nueve y va a buscar la oveja pérdida y se pone muy contento cuando la encuentra. Conviérteme.

Como un siervo o empleado a quien su jefe le ha dicho: “Estad alerta porque vendré a la hora menos pensada” que me encuentres preparado a la hora de tu venida.

Como el hijo pródigo, ante su Padre a quien abandonó y ofendió. Acéptame en tu amistad y perdóname.

Amén.

 

 

 

El santo que dirigió espiritualmente a Santa Margarita

En febrero de 1675 fue nombrado capellán del Monasterio de Paray Le Monial un padre Jesuita que tenía fama de ser muy instruido y muy virtuoso: San Claudio de la Colombiere. Cuando el padre Claudio, llegó a saludar a las hermanas de la comunidad, Margarita oyó en su interior una voz que le decía: “He aquí el sacerdote que yo te envío para que te dirija.”

El primer encuentro. Dice la santa: “Desde la primera vez que me confesé con él, yo le conté todo lo que había en mi alma, lo bueno y lo malo. Este encuentro con el santo sacerdote fue para mí un gran consuelo, y él me aseguro que no había que tener temor de que las apariciones del Corazón de Jesús fuera un engaño. Me aconsejó que obedeciera lo que nuestro Señor me mandara y que consagrara todo mi ser al buen Jesús. Me insistió mucho en que estuviera siempre muy agradecida por estos regalos del cielo y que recibiera con respeto y mucha docilidad las conversaciones y comunicaciones que me llegaban de lo alto.”

El padre La Colombiere escribió a la Madre Superiora diciendo: “Encuentro en la hermana Margarita una persona humilde y obediente, con un gran amor a la cruz del sufrimiento y una aceptación total de las humillaciones, Estas son señales seguras de que el Espíritu Santo el que la guía. Estas señales no engañan nunca a nadie.”

Actitud fuerte de la superiora. La madre directora estaba convencida de la santidad de Margarita María, pero no quería demostrarle su admiración para que no se llenara de orgullo. Por el contrario, frecuentemente la regañaba en público, le reprochaba y criticaba por ser tan torpe y tan poco apta para los trabajos manuales. Ella aguantaba todo en silencio, sin protestar ni comentar con nadie. Sufría mucho porque era muy sensible, pero comprendía que era esa la vocación que el Sagrado Corazón le había destinado: sufrir para desagraviar a nuestro Señor de las ofensas que recibe de los pecadores. Por eso aceptaba con gusto todas las humillaciones y los numerosos sufrimientos.

Una orden que trajo complicaciones. En una de sus apariciones nuestro Señor le dijo a Margarita que sentía un fuerte disgusto por el poco fervor de algunas de las religiosas de la comunidad, y por ciertas faltas que allí se cometían. Le pidió que se ofreciera como víctima para desagraviar a Dios por estas ofensas y le dio la orden de que fuera a donde la superiora y la comunidad, y les comunicara todo esto.

Más muerta que viva, temblando del susto, la pobre religiosa se presentó ante la superiora y la comunidad y les comunicó lo que le había dicho nuestro Señor. Después de un impresionante silencio, estalló la protesta. Le dijeron que era una “inventa cuentos”, que se creía mejor que las demás siendo que la de menos cualidades tenía; que estaba medio loca y poseída del diablo. Y hasta le echaron agua bendita para sacarle los malos espíritus.

Más tarde diría: “Todos los demás sufrimientos que he padecido me parecen pequeños en comparación con lo que sufrí aquella noche” a ratos le llegaba la duda de si no sería el demonio el que se le estaba apareciendo.

Un consuelo. Contó al padre La Colombiere estos sucesos y él la consoló diciéndole: “Todo esto forma parte de un plan de Dios para hacer mucho bien a las almas” y una voz desde el fondo del alma le dijo: “No temas. El Dios Todopoderoso está contigo”.

Practica: repetiré hoy varias veces: “Que reine el Corazón Divino y Santo de Jesús” ojala pudiéramos repetir esta frase todos los días.

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

En el nombre del Padre y….

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