Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 20. Jesús se compadece…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 20. Jesús se compadece…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 20. Jesús se compadece de una mujer adultera.

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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

 

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

 

Día 20
Jesús se compadece de una mujer adultera

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1- 11

Más Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en fragante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que éste sin pecado, que le arroje la primera piedra.” E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: “Mujer, ¿Dónde están? ¿Nadie te ha condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor.” Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno, vete, y en adelante no peques más.”

Palabra del Señor

 

 

Plegaria

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares

Almas de amor inflamadas mediten con atención las Promesas regaladas del Divino Corazón. “Al que a Dios servir medite, si un estado eligió ya, cuantas gracias necesite mi Corazón le dará.”

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares.

Si discordia el enemigo, en las familias sembró, no teman, vengan conmigo, que la paz les daré yo. Yo seré ara el que acuda a mi amante Corazón firme amparo, fiel ayuda, y consuelo en la aflicción.

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares.

Quien en mí cifre su suerte, en paz su vida tendrá, y una dulce y santa muerte sus días coronará, que mi fuerte amor comprenda: gracias mil derramaré sobre todo cuanto emprende con espíritu de fe.

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares.

Fuente y mar inagotable de clemencia y de perdón, el pecador miserable hallará en mi Corazón. Y las almas fervorosas en alas de la oración se elevarán presurosas a más alta perfección.

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares.

Si mi imagen en tu casa honras con veneración, derramaré allí sin tasa los dones de mi Corazón. Quien mi culto haya extendido en mi Corazón tendrá su nombre por mi esculpido, jamás de él se borrará.

Jesús humilde y amable, bendice nuestros hogares.

 

 

Primeros propagandistas de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús

san-Juan-Bosco

Santa Margarita logró que sus dos hermanos se volvieran fervorosos y propagadores de la Devoción al Sagrado Corazón. Al uno que era sacerdote, le obtuvo de Dios que lo sanara de una gravísima enfermedad, con tal que se dedicara a propagar esta Devoción. Al otro que era seglar y casado, lo enfervorizó tanto por esta Devoción, que el hombre construyó en su pueblo una capilla al Corazón de Jesús, y Margarita lo felicitó diciéndole que esa era la mejor noticia que él le había proporcionado. Este fiel devoto mejoró de tal manera su comportamiento desde que empezó a practicar la Devoción del Corazón Divino, que su esposa escribió a la santa diciéndole: “Siga recomendando esa preciosa Devoción porque ella transforma a las personas”.

En 1688 Margarita escribe a la madre Saumaise diciéndole: “El Sagrado Corazón promete nueve primeros viernes seguidos, para desagraviarle de las ofensas de los pecadores, tendrán la gracia de la penitencia y de la conversión final, y no morirán sin haber recibido los santos Sacramentos”. Muchos sacerdotes se dedicaron a propagar esta agradable noticia y las comuniones de los Primeros Viernes empezaron a ser muy numerosas en todas las naciones.
Devoción oportuna para una época de frialdad. En aquellos tiempos se había esparcido por varias naciones una herejía, muy dañosa llamada JANSENISMO que enseñaba que a la comunión no debería acercarse a nadie si no tenía el alma completamente pura, sin el mínimo pecado. Y que había que comulgar poquísimas veces en la vida, para no ir a comulgar sin las debidas disposiciones. Esa herejía alejó a muchísimas personas de la Sagrada Comunión, haciéndoles olvidar lo que dijo Jesús: “Yo no he venido a buscar a santos, sino a pecadores.

Los que necesitan medico no son los que están sanos sino los que están enfermos”. Con la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la Comunión de los primeros Viernes volvió a resurgir por todas partes la buenísima costumbre de comulgar al menos una vez al mes, y está saludable costumbre encendió de nuevo el amor de Dios en muchos corazones.

Cuando el Papa Benedicto XV canonizó en 1920 a Margarita, en el Decreto de Canonización publicó la Promesa del Corazón de Jesús a quienes hacen los Primeros Viernes, demostrando con esto que el Sumo Pontífice acepta y aprueba esta bellísima costumbre.

 

 

 

Práctica: si me es posible visitare a un enfermo, o diré una palabra de animación y estimación a un anciano, o una buena palabra espiritual a un niño.

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

En el nombre del Padre y….

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