¡Tú eres el Mesías!. . . ¿Tiene que padecer mucho? Mc 8 27-35
En nuestra santa eucaristía hoy la iglesia celebra la palabra de nuestro Dios amado bajo la expectativa vigente de San Marcos; su sinóptico San Mateo es el más común en su uso para fines del manejo de la eclesiología, de la fe, de los dogmas fundamentales de doctrina etc.; San Marcos nos lleva a un punto donde la revelación de Jesús es profundo en su esencia salvífica. Para el comentario de este pasaje lo citamos todo en su texto y posteriormente se harán los comentarios más pertinentes:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.” Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías.” Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.” Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!” Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.”
Este pasaje precioso del evangelio según San Marcos lo podemos dividir en tres partes para su trato o comentario: (1) versos del 27 al 29, (2), versos del 30 al 33, para concretizar (3) versos del 34 al 35.
Los versos del 27 al 29 nos llevan a un proceso maravilloso de fe que se va revelando en el interior del hombre, dicho proceso parte de las palabras que el evangelista nos cita ubicándonos que Jesús va con sus discípulos camino a Cesarea de Filipo; Jesús es el que inicia la conversación con una pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. ¿Alguna vez le han preguntado que significa Cristo para usted?, o en su defecto, ¿quién es Cristo para usted?, es muy probablemente que alguna vez le pregunten al ser un bautizado en Cristo Jesús, la gente desea de corazón que los católicos sepan dar testimonio de él porque no logran transformar el mundo, ¡eso es lo que busca Jesús en el hombre, que sea capaz de transformar su vida según su imagen!
El profeta.
Las figuras que evocan son de dos profetas, uno representa al antiguo testamento, el otro, después de haber cesado el profetismo en Israel, surge la figura de Juan el bautista representando al nuevo testamento. Dos profetas con temperamento recio, dos figuras con la similitud de vestimenta, lengua ruda, alimentación parecida, el profeta Malaquías profetiza el retorno de Elías de ahí la esperanza de un pueblo de Israel bajo el yugo de Roma, esa figura les hacía ver que el tiempo se había cumplido, la gente se volcó, sin embargo se esfumó su esperanza al ser preso y morir, más en Jesús el mesianismo regresa con intensidad, la euforia mesiánica vuelve al corazón del pueblo, aunque Jesús ha prohibido se hable de su obra la gente no se puede contener, la gente puede pensar de él que lo mínimo es la figura del profeta profetizado por Moisés en él Deuteronomio.
Respuesta de fe.
El maestro espera la respuesta de sus discípulos y ciertamente le pronuncian: “Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.”. A Jesús no le importan los rumores, le importa lo que ellos han discernido, reflexionado, profundizado, lo que su corazón cerrado se ha abierto a la salvación, Pedro representa aquel grupo, sus palabras demuestran la conciencia que hasta ese momento se cree saber: Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías.” Para muchos estudiosos esta respuesta puede ser la más cercana a lo que dijo Pedro, por su antigüedad o primitiva manera de expresar, Jesús es reconocido como el mesías, como el ungido de Dios, el enviado esperado, no hay duda hasta en este momento. Los signos que fue realizando no los puede hacer cualquier israelita o judío corriente, lo puede hacer sí Dios está con él.
Hay muchos católicos que lo reconocen como el que ”puede” o el que murió por los pecados, pero que sea “hoy” su salvador es muy difícil, pues esos hechos ocurrieron hace casi 2000 años, muchos solo es una creencia, unos ni siquiera saben lo que es la palabra de Jesús, pueden leer revistas y chismorreo de toda índole pero comprar la palabra de Dios, ¡no!, englobar la palabra “Dios” sería su más cercana afirmación del estado de muchos católicos o quizá sean más marianos que cristianos y no ver peyorativamente a nuestra madre santísima.
El anuncio de su pasión, muerte y resurrección.
Ahora usted imagine: “reconocí que Jesús es el mesías”, seguro que Jesús se llenó de satisfacción, hay un momento de certidumbre para aquel grupo: “andamos con el bueno”, ¡ya la hicimos como diría el mexicano!, o como el que se saca la lotería, hay alegría pero es como sí le dijera a ese de la lotería que se la sacaron al mismo tiempo 1,000 hombres uff de que servirá.
Los versos del 30 al 33 contiene las revelaciones de Jesús a sus discípulos, no son placenteras, ni mucho menos agradables en el sentido común; Jesús les enseña o les instruye, les anuncia la “necesidad de” sufrir mucho, padecer lo suficiente que garantice la deuda contraída por el hombre, la condena de los ancianos de Israel (Judá), de los sacerdotes, escribas, fariseos, su ejecución, esa muerte tormentosa y en el culmen resucitar al tercer día, uno se puede preguntar: ¿Por qué es necesario?; la persona que es ofendida en una parte de su vida tiene que recibir la suficiente satisfacción por parte del ofensor, Dios es el ofendido, el mundo en su naturaleza es ofendida, tiene que quedar lo suficiente satisfecho para perdonar, aunque aquí podemos argumentar que Dios no es rencoroso, que no se deja llevar por el resentimiento; abruptamente es difícil digerir, sí estos discípulos pensaron en honores por ser discípulos del mesías, tal revelación cambió el panorama, ahí se puede entender la reacción de Pedro, sí lo vemos como representante de los discípulos le parece inconcebible que llegue a suceder esto, Pedro sabe quién es, le parece ilógico que al enviado de Dios la jerarquía de Israel lo condene y lo mate, lo asesine, no es posible que al ungido le pueda pasar tal atrocidad.
Pedro con Jesús.
Pedro se había llenado de seguridad al responder correctamente la pregunta de Jesús, la jerarquía misma que el evangelio le ha dado le permite tomarse ciertas libertades, Pedro le increpa a Jesús tal revelación, Pedro nunca espera esas palabras claras, directas: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”, el increparle, el decirle o pedirle casi cuentas de porque ese fin le hace que se suma en la tierra, como sí la tierra se lo tragara: “solamente Satanás es capaz de querer que el plan de Dios no se cumpla”, es duro ese lenguaje y más sabiendo lo que representa Satanás en la vida de los pueblos, lo califica como un aliado de Satanás, pero todavía Jesús va más allá, Jesús sabe de la astucia del diablo, puede afectar los pensamientos del hombre, en Pedro ve el instrumento para desanimar se cumpla el plan de Dios. Parece que aun descubierto las intenciones de Satanás, Jesús a denunciado a Satanás y Satanás descubierto huye.
El pensamiento del hombre en la actualidad es muy ligero, muchos cristianos creen que el diablo no existe, su temor se diluye; los hombres tenemos nuestros planes, puede que por justicia vaya en contra del pensamiento y hasta el amor por Dios, humanamente el instinto de conservación puede justificar determinada acción, pero descubrir el amor de Dios que da la vida por sus amigos, ese es difícil de creer.
La enseñanza para los cristianos.
La escena 3 nos brinda una imagen de un Jesús que es increpado pero sale de ese movimiento vicioso y llama aprovechando la enseñanza que ha quedado después de reprender a Pedro: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.” Una total entrega, no se acepta términos medios, no se puede ser tibio.
Los requisitos para ir en pos de él.
Los tres sinópticos sitúan en este mismo lugar estas advertencias sobre las condiciones para seguir a Cristo, es como cualquier empresa, institución educativa, en la misma familia, requisitos básicos, no hay fama, no hay como otros maestros tenían en sus escuelas donde se dan opciones. Las advertencias van dirigidas a los que quieran ingresar en su reino, antes de que den más pasos vale más advertir. Es verdad que, si la invitación se hace a las turbas, es natural que también se hace a los “discípulos”, lo que parecería dársele un valor no sólo de ingreso, sino de actividad ya en el reino.
Muchos maestros en Israel tenían una verdadera fama para poner sus normas de vida. Jesús tiene el mismo concepto “ético,” al decir que es necesario negarse a sí mismo “cada día” (Luc_9:23), sin duda incluido en la invitación de Mc-Mt al ingreso en el reino. Después del anuncio de su pasión, es lógico insertase aquí la suerte y predicción de sus seguidores. Un punto que merece la aclaración por el manejo de la cruz es lo referente a la crucifixión. “Las escenas de crucifixiones que no eran raras en Judá” no son nada deseables para ningún hombre, por tal motivo sabían la turba y sus discípulos que era la crucifixión. Pero no sería improbable que aquí el “tomar su cruz” y “sígame” esté matizado por el ejemplo de Cristo en la vía dolorosa (viacrucis). De aquí se puede deducir el porque la iglesia sabe que Jesús fue crucificado no empalado, un palo no representa una cruz, el empalamiento fue una práctica más antigua y menos cruel que la crucifixión.
Tomar la cruz y seguirle.
¿Usted alguna vez ha concientizado sobre la cruz a cuestas?, la cruz puede representar la aceptación de su familia tal y como es, pero con el derecho de cambiarla y transformarla; la cruz del trabajo que muchas veces no es lo suficiente remunerador pero no implica el hacerlo con calidad y amor; las relaciones interpersonales, que quizá no sean lo más placenteras, pero necesarias para el crecimiento del hombre, la cruz del estudio que aunque es amarga y pesada al final sus fruto es dulce, remunerador; tomar positivamente lo que vivimos a diario es seguir a Cristo Jesús, su imagen a imitar es el parámetro, alma dócil, alma que cree en lo que profesa, evita desvío del camino, cuando sucede acepta la corrección regresando a las huellas de Jesús, ¿usted se considera discípulo de Jesús?, no tiene alternativa viva la vida con valentía, tiene el mandato y a la vez tiene el modelo inspirador en él mismo.
El reconocerlo como el mesías, el salvador implica la respuesta positiva a él, muestre su fe, practique el catolicismo sí lo es, sino, practique el cristianismo, lo importante es que no parezca incongruente entre la fe en Cristo y lo que quiere Cristo que sea en la vida diaria, para concluir ´piense: ¿el amor se puede negar a sí mismo?, Jesús no le va a pedir algo contrario al buen comportamiento, al amor, a las virtudes, valores etc.; en hora buena por tan importante oportunidad de hacer válida la fe en Cristo Jesús.