El modelo que busca Jesús en sus discípulos Mc 9,30-37.
La iglesia celebra su asamblea eucarística 25 del tiempo ordinario ciclo b; en la liturgia de la palabra brilla el evangelio según San Marcos en el capítulo 9 de los versos del 30 al 37. Un evangelio con algunos temas que son muy importantes en el accionar cristiano y que son emblemas de distinción entre religiones. Para el comentario de este pasaje lo citamos todo en su texto y posteriormente se harán las consideraciones necesarias:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Este bello texto lo vamos a dividir en cinco puntos porque merece su puntuación y valoración adecuada que permite a través de ellos, aprender, educarnos, meternos más en Jesús para vivir más decente el cristianismo.
Jesús instruye. V. 30-32.
Antes que todo está pericopa resalta del resto del texto, nos orienta su itinerario, Jesús es un maestro, tiene discípulos, trasmite un modo de vivir, trasmite una doctrina, es responsable de la vida de estos hombres que han puesto su confianza en él Cfr. Mt 5, 1-2, Jesús es consciente de ello: Jn 17:8 porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Jesús forma parte de los sabios de Israel que durante su historia siempre han estado a la altura de las circunstancias que han vivido; Jesús fue invito a estos hombres con el objetivo que le siguieran, hoy están en Galilea, tierra natal de la mayoría delos discípulos.
Con el ir y venir de entre la gente, Jesús desea un tiempo a solas para instruir solo aquellos hombres: no quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Como un maestro se vale de toda ocasión para enseñar, las palabras que salen de su boca afirma San Pedro: “tienen vida eterna”. Un discípulo es todo aquel bautizado que se relaciona con Jesús, Jesús es la figura referente de su educación, cuando él lo instruye se transforma la vida de los hombres, cuando alguien distinto los educa sus principios cambian, tienen otros intereses, ciertamente los padres son directamente responsables de la instrucción pero hoy en día su larga ausencia en el hogar ha permitido que extraños instruyan a los hijos desoyendo al maestro Jesús y como consecuencia una pérdida importante del sentido de la vida.
La revelación.
Dentro de esa instrucción hay una revelación, Jesús instruye revelando, descubriendo un punto nada agradable, el evangelista Marcos por segunda vez cita y lo profundiza así: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. ¿En qué oídos esto es agradable?, ya dos veces y camino a Jerusalén, el mismo Tomás jubiloso dice que muramos con él, ellos no ignoran las confrontaciones con los jerarcas de Judea, meterse con los dirigentes es cavar su tumba, no es que no entiendan, tienen miedo de que sus ilusiones se esfumen, sus metas después de ir conociendo a Jesús parecen que se esfuman y muy probablemente se pierda un gran tiempo por ir en pos de él y no logran captar las últimas palabras: “a los tres días resucitará”, saben ellos del tipo de muerte que le puede esperar a Jesús, mínimo la lapidación, a través del evangelio varios hicieron el intento de tomarle. La revelación no es nada buena, quizá de verdad no entendían el total de la revelación, ¿quién podría matarle a no ser Roma?, sin embargo Jesús llega a proclamar: “Jerusalén que matas a los profetas”, pero hay un punto muy valioso que nos afirma lo que se comenta: “pero temían preguntarle, sí es duro la realidad y un desengaño de esta índole causa grandes estragos en la fe de los hombres.
Imagine un a pintura así: un Jesús valiente, sabio, atrevido, libre, lleno de autoridad, argumentativo, desafiante, seguro de sí mismo, victorioso contra un mesías doliente, sufriente, débil ante el poderoso Sanedrín y el imperio romano, nada alentador ¿verdad?, pues así vamos en la vida muchos hombres ausentándonos de la realidad que vivimos, huyendo del compromiso de ser cristianos, excusándonos de no hacer lo nuestro porque unos me desalientan, rehusando dar testimonio de fe, medio trabajamos, medio mantenemos a nuestra familia, medio somos felices, medio educamos, medio no tenemos problemas, no pasa nada. El ego de superioridad siempre está en nuestra vida y vaya que no es malo superarse, pero la pregunta sería: ¿para quién ser mejor?, ¿para tus hijos, esposa, padres, iglesia o para ti?, ¿te has preguntado porque no tienes más responsabilidades en tú vida’, ¿no será porque estas imposibilitado para asumir dicho compromiso?, en pocas palabras, ¡no das el ancho!, por eso no queremos saber la verdad, no queremos darnos cuenta con la realidad, es mejor vivir en la fantasía y cuando sabes que algo no anda bien prefieres no preguntar cómo estos discípulos.
El modelo de un discípulo. V. 33-34.
La travesía continuaba, llegan ahora a Cafarnaúm, según datos de estudiosos muy probablemente llegaron a la casa de Pedro Cfr. Mc 1, 29, ahora Pedro quizá se sienta satisfecho pues entre los discípulos se había suscitado una discusión durante el camino, el asunto era: ¿quién es el líder o más importante de entre ellos?, parece que Jesús tiene sus preferidos: Pedro, Santiago y Juan que son los nombres que más se mencionan en él evangelio, muy remotamente se imaginan sin el maestro, sí de verdad se cumpliera todo lo que anuncia y enseña, ¿quién los guiará sí falta el maestro?, la mamá de los Zebedeo abogaba para que sus hijos fueran los elegidos, recordemos que esto indigno a los otros discípulos Cfr. Mt 20, 21. Es muy común en nuestros días el protagonismo entre los hombres, por naturaleza somos líderes pero en unos se desarrolla con mayor efectividad lo de ser líder, el mismo Pablo de Tarso decía que sobresalía de sus demás hermanos que eran discipulados por el rabino Gamaliel. Hay muchos líderes que les gusta mandar, organizar que otros ejecuten sus ideas, esto en ocasiones es bueno pues su trabajo es pensar, pero muchas veces estos hombres se vuelven zánganos, incapaces de mover un dedo para hacer algo, incapaces para ayudar a otros, pues tiene la idea de que con pensar y mandar ya cumple con su misión, Jesús busca líderes que vayan al frente, que sean punto de referencia, Pedro en la asamblea del primer concilio en Jerusalén se levanta y les hace hincapié de dicha responsabilidad Cfr. Hch 15, 7. Al ser interpelados por Jesús ellos callan, no se atreven a exponer su duda, pero como maestro Jesús enseña a sus discípulos.
El ejemplo de un buen cristiano. V. 35.
Jesús toma su puesto de enseñanza y lanza la máxima cristiana más difícil de asimilar: Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.». ¿A quién le gusta ser de los últimos?, la lucha contra el Ego es la que ataca este mandamiento; el cristianismo tiene su esencia en el bienestar del “otro”, su trabajo es hacer feliz a los demás, su servicio es semejante al que hace Dios, pues aunque parezca un tanto simplista Dios sirve al hombre en la mayoría de las veces y como ejemplo bastaría decir: Dios ayúdame para pagar la renta, ayúdame con el vicio de mi hijo, ayúdame para que no me despidan del trabajo, “puro ayúdame”, dame, nada de alabanza, de gracias y aun así Dios cede ante tal clamor.
Muchos ayudan cuando están en buenas condiciones para ayudar a otros, cuando no pasan por buenas condiciones no se aparecen pensando que los bienes son los necesarios para servir, hay tantas maneras de ser el último que no se necesita dinero, el negarse como Ego central de la vida ya tiene su mérito, humildad, sencillez, prudencia, amabilidad contraponen al Ego, servir a los hijos primero y comer después, recoger al último el tiradero o lavar trastes al final, levantarse cuando se ésta en la santa misa para cederle su lugar a una mujer adulta etc.; muchos tenemos la costumbre de servirnos primeramente el mejor bisteck, la mejor pieza de pan, elegir la mejor fruta, cederle a otro te va haciendo el último, pero lo mejor y más difícil será el darle su lugar que merece Dios, porque a nadie nos gusta estar en la última fila; en la iglesia ser el menos que ocupe lugares cercanos al obispo, párroco, el trabajo es la mejor carta de presentación o en dado caso el último en halar aunque se te quemen las ganas de hacerlo, tomar un asiento en el camión menos confortable etc., hay tanto para ser el último que da satisfacción.
Es un versículo y un mandato enorme, decimos mandato porque lo está mandando, ordenando para el que quiera ser el primero, para los que no tienen problema de Egoístes no aplica, de esos que no les gusta los primeros puestos de corazón no por evasores de responsabilidad. Seguramente ya a esas alturas algunos querían controlar al grupo, mandar y organizar, pero Jesús parece que los baja de las nubes aterrizándoles los pies al piso, ¿duele? Y ¡mucho!
La sencillez de corazón y la aceptación de las máximas de Dios. V. 36-37.
Con un ejemplo muy vivo y significativo, Jesús continua su enseñanza demoledora para los soberbios y edificante para quienes queremos seguir a Jesús, ubicando el lugar preciso que debemos de tener en la vida con respecto de los demás hermanos: Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Un niño es pequeño, frágil, inocente, dócil, sí un servidor bien consciente de su compromiso cristiano protege, ayuda, guía a ese pequeño ese llegará a ser grande para Dios; un pequeño no pone tantas trabas para aceptar a Dios como el adulto, sí esto hace quién desea a Cristo sabe de la importancia de aceptar la enseñanza de Jesús, con ello satisface también al Padre.
Los pequeños aprenden muy rápido el cuidado de darle el conocimiento de bien es muy importante y que mejor que teman y amen a Dios, ¿no es acoger a Jesús?, cuando crecen los pequeños son fuente de trabajo, ayuda para los padres de ejemplo para las sociedades, acogiendo esa responsabilidad es notorio y evidente que el representativo de ese anquilosamiento sea un pequeño se aquilata aquel sencillo porque muestra su inocencia para cavilar el mal contra el hermano; piense ahora ¿se da cuenta cuanto le hemos robado a nuestro pequeños?, ¿su inocencia?, ¡no solo eso!, sino, sus fantasías, sus anhelos, su imaginación, su pureza, tantos elementos a discutir y que profunda enseñanza de Jesús.
Conclusiones:
-Practicar el ser el último, asegura que el alma sea más limpia y dócil para Jesús.
-Servir con cariño aunque no se esté acostumbrado es el inicio de un excelente servicio.
-Ser menos complejo tratando se asemejar a un niño.
-ser libre como un niño.
-La felicidad de otros que sea nuestra alegría.
-Tener la amplia apertura del discípulo para meditar y profundizar las enseñanzas de Jesús.
Para que poner tantos puntos, todo empieza con poco y conforme el hábito del amor al prójimo crece también crece la sencillez del niño en el adulto, ¿no le parece unas pequeñas practicas para empezar a ser un modelo de discípulo?