Guardia de Honor

Guardia de Honor

En-Guardia
Es una asociación de personas netamente cristianas, que se unen para honrar en todas partes, con su filial amor, al Sagrado Corazón de Jesús, herido tan cruelmente todos los días por el olvido, la ingratitud y los pecados de los hombres; y para ofrecerle en los altares, en que reside, perpetuos homenajes de adoración, de amor y de reparación.

Nuestro Señor le dijo un día a Santa Margarita María: “Quiero formar alrededor de mi Corazón una corona de doce estrellas, compuesta de mis más amados y fieles siervos”.

 

Con estas palabras ¿no es cierto que Jesucristo parecía indicar de antemano a Santa Margarita los tres grupos de almas consoladoras, reparadoras y victimas, salidas de su Corazón herido por la lanza, y que compondría algún día la Guardia de Honor?

 

Desde la cumbre del Calvario ¿no la había ya contemplado, consagrando y bendiciendo en aquellas almas amantes, fieles, heroicas, que le habían seguido hasta el pie de la Cruz…?

 

Una guardia deicida prodigaba insultos y blasfemias a Jesús hasta en su agonía. Cerca de Jesús crucificado, otra guardia velaba: postrada en adoración, lágrimas y amor; en pie, en fidelidad, abnegación y sacrificio. Eran Magdalena la generosa discípula, Juan el discípulo amado y María, Madre de Jesús.

 

¿Quién dirá los consuelos que esta heroica Guardia de Honor prodigó durante las tres horas de crucifixión al Divino sentenciado? Pero al mismo tiempo ¿Quién podrá decir las efusiones de ternura y liberalidad con que pago su abnegación a estos centinelas de amor?

 

Magdalena había derramado a los pies de Jesús sus perfumes y sus lagrimas; Jesús la inundaba con su preciosa sangre, haciendo de la pecadora el sostén de su altar y el pedestal de su trono; porque Pilatos había escrito: “El crucificado era Rey” (Mt 26, 37)

Juan era el único de los doce que valerosamente había seguido a su buen Maestro, y Jesús le legaba a su Madre, y le asociaba esta primera y solemne Misa del Calvario, que El Pontífice eterno, celebraba para gloria de su Padre y salvación del mundo, asistido de la Virgen sacerdotal, coopera de la Obra de la Redención. En cuanto a la Virgen Inmaculada, porque había consentido en que Jesús sacrificase su vida por nosotros, le legó una generación de Almas, y en la persona de Juan se hizo nuestra Madre.

 

Pero la recompensa suprema reservada a los Guardias de Honor del Calvario, fue asistir a la apertura del Corazón de Jesús. Fueron los primeros que contemplaron este Corazón lleno de suavidad, atravesado por la lanza, y los primeros que ofrecieron las primicias del culto que le profesan hoy sus humildes consoladores.

 

María, Juan, Magdalena, fueron las primicias y al mismo tiempo el símbolo perfecto de la Guardia de Honor. Hicieron este oficio y por sus actos y sentimientos representaron de un modo admirable las diversas funciones que esta Obra asigna a sus miembros; no menos que por la misión que le propone, y el espíritu del que desea verlos animados.

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