“No temas, María”, le dice el ángel. En realidad, había motivo para temer, porque llevar ahora el peso del mundo sobre si, ser la madre del Rey universal, ser la madre del Hijo de Dios, constituía un gran peso, un peso muy superior a las fuerzas de un ser humano. Pero el ángel le dice: “No temas. Si, tú llevas a Dios, pero Dios te lleva a ti. No temas.”