SAN PACOMIO
Etimológicamente significa “el del águila o robusto”. Viene de las lenguas copta y griega.
Como un periodista que anda tras las noticias para el medio de comunicación en el que ejerce su profesión, así empezó Pacomio a conocer la religión cristiana.
Nació en Egipto hacia el año 286 y murió en la Tebaida el 9 de mayo del 346.
Cuando contaba con la bella edad de 20 años, se encontró con un grupo de cristianos. Le llamó la atención su caridad, amabilidad, alegría y la fe tan recia que demostraban tener en Jesús.
Y comenzó a hacerles preguntas sobre su religión. Movido por este encuentro, se fue a otro lugar en el que había un sacerdote cristiano. Quería conocer más fondo este tema. Y efectivamente, una vez que el sacerdote le hizo la catequesis, recibió el bautismo con sumo gozo.
Se puso en contacto con un ermitaño. Estuvo con él siete años. Un día escuchó una voz en su interior que le decía:<
Entendió en seguida que se trataba de los anacoretas. Se hizo uno más de ellos. Vivían en comunidad, sin preocupaciones materiales, dedicados por entero a Dios. Esto le gustó mucho. Al verlo tan feliz, le siguieron unos treinta en la Tebaida, al lado del Nilo.
Entre estos ermitaños había algunos que no daban golpe y le hacían malas jugadas. Les avisaba con cariño y amabilidad. Y así aguantó pacientemente tres años.
Enfadado, cogió una barra de hierro ardiendo para asustarlos y los puso a todos en la puerta.
Pronto les reemplazaron otros con ansia de perfección. Consideraron a Pacomio como su superior y su padre, como una gran familia. Vivían en comunidad, no separados en ermitas personales. Fundó ocho monasterios. Sus Reglas reflejaban un gran conocimiento del alma humana. <
San Pacomio introdujo las primeras reglas de convivencia monásticas en los monasterios que él fundó. Toda la comunidad de monjes, dividida en 24 clases según el nivel de desarrollo de su vida espiritual, se encontraba bajo la guía de un abba común. Cada monasterio tenía sus principales, que se llamaban superiores o abades. Ellos se encontraban bajo la autoridad del abba principal y le comunicaban acerca del estado de sus monasterios. En los monasterios también había ecónomos con ayudantes, que se ocupaban de la parte material. Los superiores debían ser ejemplos de la vida monástica para el resto de la hermandad. Bajo la guía de sus superiores los monjes debían pasar su tiempo en oración, en la lectura de libros de contenido espiritual, especialmente las Sagradas Escrituras, y en el trabajo. Se celebraban Servicios dos veces por día — de día y de noche. Los monjes a una señal establecida se juntaban en la iglesia humildemente y en silencio, leían las Sagradas Escrituras y oraciones, cantaban salmos. Los domingos comulgaban los Santos Sacramentos. Además los monjes debían orar individualmente antes de ir a dormir y después de levantarse. Después de la oración o del Servicio Divino el superior conversaba con los hermanos acerca de la vida cristiana. Los monjes leían en sus celdas en el tiempo libre no destinado a la oración y al trabajo. Los libros los recibían de la biblioteca del monasterio de manos del ecónomo.