San Desire
Etimológicamente significa “deseable”. Viene de la lengua latina.
Me comentan algunos lectores que esta página les ayuda a recordar la historia civil y religiosa de otros tiempos y de los actuales. Pienso que es verdad.
El santo de hoy, por ejemplo, fue el gran obispo de la época merovingia. Con su trabajo, su ejemplo y su predicación contribuyó enormemente a que Francia saliera del pozo caótico en el que había caído cuando el imperio romano se vino abajo y la civilización cristiana daba sus pasos de gigante en el siglo VI.
Fue Ministro de Asuntos Exteriores de Clotario y Childelberto. Era un cargo nada fácil por las intrigas del poder que reinaban a sus anchas en la corte.
Con su diplomacia intentó complacer a todo el mundo, excepto a los que se proclamaban herejes.
Soñaba con abandonar la corte, una jaula verdadera de sospechas, intrigas y crueldades. Deseaba retirarse pero no se lo permitían porque no podían pasar sin él.
Sin embargo, su anhelo se centraba en la construcción de monasterios e iglesias.
Y cuando pudo, dejó la política para entregarse de lleno a los asuntos religiosos.
Lo nombraron obispo de Bourges en el año 543, es decir siete años antes de su muerte. Su apostolado fue muy fructuoso. Acabó con las herejías que habían importado los Bárbaros; creció mucho el número de sacerdotes buenos y lo mismo el número de cristianos.
Pero en los momentos difíciles recurrían a él para solucionar los problemas. Por ejemplo, gracias a sus cualidades innatas de diplomático, logró que hicieran las paces Anjou y Poitou .
El Santo Cura de Ars
Nació el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon, en una familia de agricultores. San Juan María Vianney conoció una infancia marcada por el fervor a Dios y el amor de sus padres. El contexto de la Revolución francesa ejercerá una fuerte influencia en su juventud: hará su primera confesión en el salón de la casa natal y no en la iglesia del pueblo, y recibirá la absolución por un sacerdote clandestino.
Dos años más tarde, hace su primera comunión en un henil durante una Misa clandestina celebrada por un sacerdote rebelde. A los 17 años, decide responder a la llamada de Dios: “Quisiera ganar almas para el Buen Dios”, le dirá a su madre, Marie Béluze. Su padre, en cambio, se opuso durante dos años a este deseo, porque hacían falta brazos en la casa paterna.
A los 20 años empezó a prepararse para el sacerdocio con el abad Balley, Párroco de Ecully. Las dificultades lo harán crecer: pasa rápidamente del desaliento a la esperanza, va en peregrinación a Louvesc, al sepulcro de San Francisco Regis. Es obligado a desertar cuando es llamado para entrar en el ejército e ir a combatir durante la guerra en España. El abad Balley sabrá ayudarlo durante estos años llenos de muchas pruebas. Fue ordenado sacerdote en 1815 comenzando su ministerio como vicario en Ecully.
En el 1818, es enviado a Ars. Allí despierta la fe de sus parroquianos con sus sermones, pero sobre todo con su oración y su estilo de vida. Se siente pobre ante la misión que debe cumplir, pero se abandona a la misericordia de Dios. Restaura y adorna la iglesia, funda un orfanato al que da el nombre de “Providencia” y se ocupa de los más pobres.
Rápidamente, su fama de buen confesor atrajo numerosos peregrinos que a través de él buscaban el perdón de Dios y la paz del corazón. Asediado por muchas pruebas y luchas interiores, mantiene su corazón bien arraigado en el amor de Dios y a los hermanos; su única preocupación fue la salvación de las almas. Sus lecciones de catecismo y sus homilías hablan sobre todo de la bondad y de la misericordia de Dios.
Sacerdote que se consuma de amor delante del Santo Sacramento, todo donado a Dios, a sus parroquianos y a los peregrinos, murió el 4 de agosto de 1859, después de haberse entregado hasta el extremo del amor. Su pobreza no era fingida. Sabía que un día habría muerto como “prisionero del confesionario”. Tres veces intenta huir de su parroquia, creyéndose indigno de la misión de Párroco, y creyendo ser más bien un obstáculo a la bondad de Dios. La última vez, unos seis años antes de su muerte, sus parroquianos, que habían hecho sonar en plena noche la campana a martillo, consiguieron que se quedara con ellos definitivamente. Enseguida fue a su iglesia y se puso a confesar hasta la una de la mañana. Dirá el día siguiente: “me he comportado como un niño”. A sus exequias asistieron más de mil personas, entre ellos el obispo y todos los sacerdotes de la diócesis, que vinieron a abrazar a quien era su modelo.
Fue beatificado y declarado “patrón de los sacerdotes de Francia” el 8 de enero de 1905. Canonizado en 1925 por Pío XI, fue proclamado en 1929 “patrón de todos los párrocos de la Iglesia Universal”. El Papa Juan Pablo II peregrinó a Ars en 1986.