El anuncio a los Pastores… La sencillez es el camino seguro que lleva a…
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No temáis, pues os anunció una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo del Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace”
Lc 2, 8-14
San Juan Crisóstomo: El Ángel anunció a María, se apareció a José, se mostró a los pastores de Belén. No se dirigió a los fariseos y escribas: eran demasiado corrompidos y víctimas de su negra envidia. Los pastores, en cambio, eran sencillos y fieles a la ley. La sencillez es el camino seguro que lleva a la sabiduría.
S. Beda: A cuales hombres haya Cristo llevado la paz se esclarece con aquellas palabras: paz en la tierra a los hombres que Él ama, esto es, aquéllos que acogen a Dios nacido en carne, porque no a los impíos, sino a los que aman el nombre de Dios está prometida mucha paz.
“Gloria a Dios” Era el anuncio de tiempos nuevos en que Dios quiere manifestar su benevolencia con los hombres de una manera como nunca lo hizo antes. El ángel anuncia dos títulos del recién nacido. Es el Mesías (o Cristo), el Salvador esperado; es el Señor, es decir, que es de origen divino y dueño de la historia, cosa que nadie hubiera imaginado. El signo dado a los pastores no es tanto un detalle que permite identificarlo en Belén. Sino como un signo revelador de su personalidad. El signo es doble: el Salvador de raza real ha nacido pobre en un establo; el Señor de origen divino está entre los hombres como un niño silencioso.
Paz a los hombres… porque Dios se complace en ellos: Dios ahora se ha acercado a la humanidad. O bien Bienaventurados aquellos que han sido elegidos para recibir el don de Dios en la persona de Jesús y en especial para estos pastores que han sido llamados a la casa de Belén.
La santidad de Dios exige también al hombre, esté santificado, es decir, separado de lo profano y purificado del pecado y que participe de la justicia de Dios. Esta santidad se comunica a lo que está cerca de Dios o que le está consagrado, especialmente a los sacerdotes.
Jesús el Hijo del Dios eterno y todopoderoso nace en un establo porque para Él no hay lugar en ninguna posada, es acostado en un pesebre, porque no tiene una cuna, Él llega al mundo en pleno abandono, ignorado por todos, pero adorado por los pastores que reciben el anuncio del ángel. Él es el Emmanuel “Dios con nosotros” viene a llenar a toda la tierra de gracia y bendiciones, pues con su nacimiento nos introduce en su misma vida divina.
Todo un Dios, el Salvador del mundo merecedor de todas las riquezas y honores nace en la pequeñez de un pobre pesebre, alejado de toda comodidad y lujos, en la soledad de un establo pasando fríos, el mismo Dios que entregaría su propia vida para salvarnos, llegaba a los suyos quienes no le reconocían y quienes le negaban asilo en sus hogares. Hoy nuevamente Jesús sigue pidiendo posada en nuestro corazón para ser recibido en esta Navidad. Nosotros recibimos ese anuncio de Esperanza y de Amor como lo recibieron los Pastores de recibir y adorar a Jesús. El Dios dueño de nuestra existencia y merecedor de ser recibido aún con nuestra pobreza, en la pequeñez de nuestra vida; Él sigue tocando y esperando ser recibido. Pero Jesús sigue siendo rechazado a través de toda aquella persona que pide ayuda para comer, o pide abrigo y le negamos nuestra ayuda; en aquel familiar a quien le guardamos rencor y no le perdonamos y seguimos alimentando ese odio, lo rechazamos en aquel padre o madre abandonado en su hogar porque siempre hay cosas más importantes que visitarles o incluso brindarles nuestra ayuda, a veces más que económica es el brindarles afecto; le rechazamos en aquel hijo al que no le damos el tiempo necesario para amarle, guiarle en su vida, porque no sé cómo o no tengo el tiempo o ni siquiera me preocupan sus necesidades; hoy Jesús es rechazado en todos aquellos trabajadores que son explotados en sus trabajos con salarios raquíticos que les mantienen sumidos en la pobreza, mientras los patrones gozan de ofensivas riquezas; en aquellos compañeros de trabajo, amigos a quienes les negamos nuestra ayuda en momentos en que necesitan nuestro apoyo para sobrevivir como es en la enfermedad; rechazado en los abortos provocados, por no asumir mi responsabilidad; rechazado en el despilfarro del dinero en aquellas compras inútiles, que pudiendo ayudar a alguien mejor lo despilfarro… el mandato de Jesús es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esta Navidad no permitas que el Niño Dios pase fríos, abandono e indiferencia, mejor abrámosle las puertas del corazón y acojámoslo con la dulzura de nuestra generosidad.
Y así como los ángeles adorémoslo y mostrémosle nuestra fe y amor en nuestros hermanos necesitados.
Jesús el Salvador nos da lección de humildad y de sencillez.
Padre santísimo guía nuestros pasos, purifica nuestra alma para poder acogerte esta Navidad, que tu luz resplandezca en todos los hogares del mundo y reine la paz y el amor.
Oremos por el año de la fe paras que nuestro Padre nos regale abundantes frutos.
Oremos por la conversión de todos los pecadores y aquellos que no tienen fe.
Oremos por todos nuestros hermanos que están en la cárcel.
Oremos por todos los que nos piden oración.
¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!