Corrección fraterna, viviendo en comunidad. Hora santa
Parroquia de San Pío X
Se reza la estación del Santísimo Sacramento….
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20 De pie.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazle acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad y si ni a la comunidad te hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”
Palabra del Señor.
Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llega.
Canto.
//Cristo está conmigo junto a mi va el Señor. Me acompaña siempre en mi vida hacia el fin//
Ya no temo Señor la tristeza, ya no temo Señor la soledad
Porque eres Señor, mi alegría, tengo siempre tu amistad.
Las reglas de la comunidad.
Jesús, Maestro de salvación. Anselmo Grun.
El primer texto sobre la responsabilidad respecto a un hermano, suscita muchos problemas a algunos exegetas, pues el discurso no trata sólo de la preocupación por los demás, sino también de la expulsión. En efecto, en primer plano trata de la responsabilidad respecto a los demás. La corrección fraterna tenía una gran tradición en el judaísmo. Mateo asume en la formulación de sus reglas de la comunidad la tradición judía y recomienda a cada uno en particular la responsabilidad de tener una actitud de atención con los hermanos que turban la vida común.
En el v. 15 en contra de la traducción unificada, dice: “Si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas”. No se trata del pecado en sí mismo, sino de una falta contra el hermano o la hermana. Quien se siente ofendido por alguien debe hablar con él, pero no para soltarle un discurso moralizante, sino para expresar el punto de vista sobre el asunto y compartir los daños y padecimientos que han desencadenado las actitudes del otro contra él. Esto significa que: “si te escucha, habrás ganado a tu hermano” literalmente dice: “si te escucha”. El no debe escuchar palabras llenas de reproches, sino escucharme a mí. “Yo tengo que ser todo oído en vez de ocultarme tras una argumentación objetiva. Si el hermano me escucha, si se establece una relación entre él y yo, entonces lo habré ganado.
Solo si la conversación no tiene éxito, debo convocar a uno o dos y hacer ante ellos un nuevo intento de conversar con el hermano. No se trata de hablar de él, sino con él. Debo empeñar toda mi habilidad para poder conversar con él, dándole la posibilidad de distanciarse de su ofensa, bajo la protección del pequeño grupo. Solo si él se cierra, si de ninguna manera quiere oír lo que tienen que decirle los demás, debo dirigirme a la comunidad. La corrección debe orientarse para ganar al hermano, para integrarlo de nuevo en la comunidad. Pero si él se cierra a sí mismo, se excluye de la comunidad. Mateo no dice que esta cerrazón sea definitiva. Quizás se trata únicamente- como muchos comentaristas de la Iglesia primitiva lo vieron- de una exclusión temporal, a fin de que el hermano se sienta solo.
Esta situación de enfrentamiento de la comunidad con un hermano tiene también una dimensión religiosa. En el cielo ocurre lo mismo. Aquí se describe el poder de atar y desatar no como una capacidad individual, sino de la comunidad como tal. La comunidad tiene el poder de redimir el pecado de un hermano y perdonarle. Pero también puede “retener” ese pecado, soltándolo de los demás, dejándolo estar sin más. El atar significa, para mí, que el otro sigue vinculado por la culpa cometida y crece junto con él. A lo largo de la conversación, no ha mostrado ninguna distancia entre sí mismo y su modo de actuar. La comunidad saca la consecuencia de esto, pues desliga la culpa de los demás hasta que él se encuentra tan lejos que se pueda distanciar de ella.
El perdonar los pecados o retenerlos solo puede hacerse correctamente si se realiza desde la oración. Por eso al texto sobre la capacidad de atar y desatar le sigue el pasaje que señala que para la oración comunitaria todo es posible: “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”: Aquí se pone de manifiesto la particular concepción de la comunidad por la que Mateo se deja instruir.- Cristo mismo está presente en la comunidad. La comunidad es el lugar en el que Cristo se hace visible en este mundo. Por eso tiene que preocuparse continuamente de hacer presente el Espíritu de Jesús en todas las relaciones. Si expulsa a un hermano, debe saber que Jesús está en medio de la comunidad que ha realizado esa expulsión y que Jesús ha exhortado así a los devotos: “Misericordia quiero y no sacrificios”. La comunidad debe confiar, por medio de la oración, en que Dios moverá a la conversión al hermano al que ella no pudo convencer.
A pesar del parentesco con las reglas de la comunidad rabínica, lo que resulta decisivo para Mateo es el hecho que se pueda experimentar el Espíritu de Jesús en la comunidad cristiana. Esto se muestra precisamente cuando la comunidad se preocupa por los pequeños y los débiles, cuando sale a la búsqueda de la oveja perdida y cuando quiere ganar para la vida y para la comunidad al hermano que ha caído en el pecado y que turba la relación con los demás. Para Mateo, la comunidad de la Iglesia es el lugar en el que Cristo se hace visible en este mundo, en el que el Hijo de Dios resucitado y ascendido a los cielos continúa actuando en medio de los hombres y en el que quiere ganarles para la vida.
Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.
Canto.
//Cristo está conmigo junto a mi va el Señor. Me acompaña siempre en mi vida hacia el fin//
Ya no temo Señor a la noche, ya no temo Señor la oscuridad
Porque brilla tu luz en las sombras, ya no hay noche tu eres luz
Ya no temo Señor, los fracasos, ya no temo Señor, la ingratitud
Porque el triunfo Señor en la vida, Tu lo tienes tu lo das.
Oremos unidos a María Santísima.
Madre amorosa que con ternura cuidas a las almas para llevarnos a Jesús, te pedimos que este día que nos enseñes a descubrir la presencia de Jesús en nuestro prójimo y así aprendamos a vivir en comunidad. Amén.
1er. Misterio. El Evangelio da un paso adelante y extiende este deber a todo fiel que ve a un hermano caer en el pecado, “si tu hermano peca, repréndelo a solas entre las dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano”.
Pidamos que seamos discretos con los hermanos y aprendamos a vivir en comunidad.
2do. Misterio. Ante todo la amonestación debe ser secreta para salvaguardar el buen nombre del culpable. Por desgracia en la práctica acaece con frecuencia lo contrario: se habla y se murmura con otros manifestando lo que estaba oculto, mientras bien pocos tienen valentía de advertírselo al interesado. ¿De qué sirve hablar sobre la enfermedad, si ninguno cura al enfermo?
Pidamos que seamos discretos con los hermanos y aprendamos a vivir en comunidad
3er. Misterio. Hay que preocuparse, más bien de “salvar” al hermano. Su pérdida es un daño para él y para la comunidad, y su retorno es “una ganancia” para todos. Por eso, si la corrección privada no tiene éxito, Jesús exhorta a repetirla delante de dos o tres testigos y si aún este medio fallase, a informar de ello a la Iglesia. No para denuncia y condena, sino para inducir al culpable a enmendarse y para titular el bien común.
Pidamos que seamos discretos con los hermanos y aprendamos a vivir en comunidad
4to. Misterio. La Iglesia en efecto, estando asistida por el espíritu Santo, tiene luz y poder particulares y por eso su admonición tiene eficacia especial y en fin, su decisión de “atas y desatar” tiene tal autoridad que es ratificada en el cielo.
Pidamos que seamos discretos con los hermanos y aprendamos a vivir en comunidad
5to. Misterio. El trozo evangélico termina con una exhortación a la plegaria en común. Como los fieles –uno o dos testigos- deben convertirse para procurar sacar del mal a un hermano, así también se deben convenir para orar. Basta que dos dolos convengan en lo que pedir a Dios y se reúnan en mi nombre de Jesús, para que su oración sea escuchada. Y lo será ciertamente si tiene por objeto la enmienda de los culpables.
Pidamos que seamos discretos con los hermanos y aprendamos a vivir en comunidad
Recemos la Corona de la Misericordia. De rodillas o de pie.
Ofrezcámosla para que aprendamos a vivir en comunidad
Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.
Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti
Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (3
Veces)
Permanezcamos en silencio unos momentos.
Escuchemos lo que nos dice hoy el Señor:
“…donde dos o más se reúnen en mi nombre, ahí estoy Yo en medio de ellos”
Reparemos el Corazón de Jesús
Que sufre por tanta indiferencia y por todos los sacrilegios cometidos a su presencia real en la Eucaristía, pidámosle nos permita acompañarlo este día para reparar su sufrimiento con nuestros actos de amor.
Repetimos 5 veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón.
Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro. Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.
Oremos todos unidos
Dios misericordioso y compasivo, perdona nuestra iniquidades, pecados,
Faltas y negligencia. No tengas en cuenta todo pecado de tus siervos y
Sierva, sino purifícanos con la purificación de tu verdad y endereza nuestros
Pasos en santidad de corazón, para caminar y hacer lo acepto y agradable
Delante de ti y de nuestras cabezas.
S. Clemente Romano
Canto.
//Cristo está conmigo junto a mi va el Señor. Me acompaña siempre en mi vida hacia el fin//
Ya no temo Señor los abismos, ya no temo Señor la inmensidad
Porque tú eres Señor el camino, tú la vida y la verdad
Ya no temo Señor, a la muerte, ya no temo Señor la eternidad
Porque tu estas allá esperando que yo llegue hasta ti.
¡Unidos en la Eucaristía!
esto es lo que no me acordabadel comentario que te hice ayer. hay varios mas
un beso
yo