¿Por qué orar? Los santos decían que orar es un combate. ¿Contra quién?…
Parroquia de San Pío X
Los doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: “No está bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos del Espíritu y de saber; y los pondremos al frente de esa tarea; mientras que nosotros nos dedicamos a la oración y al ministerio de la Palabra.”
Hechos 6, 2-4
Santa Teresa decía: “Orar es hablar en amistad con Aquel que sabemos que nos ama.
Los santos decían que orar es un combate. ¿Contra quién? Contra el tentador que hace todo lo posible para que no recemos. Él sabe que se vive como se ora y se ora como se vive. Algunos dicen que solo vale la pena lo que produce bienes materiales y por eso no rezan. Algunos los domina el activismo, pues consideran que es más importante la actividad que la oración. Otros consideran que orar es un escapar de la realidad pero la verdad es que hay falta de fe. Las dificultades que enfrentamos y que impiden que oremos son: la distracción, la falta de fe, la sequedad o falta de fervor.
La distracción involuntaria no quita el mérito o valor de la oración.
Los ojos de Dios están fijos en los que en Él esperan, y él abre la mano y les da lo que necesitan. Dios está muy cercano de todos los que lo invocan” salmo 145
“Orad para que no caigáis en tentación” Lc 22,40
La victoria contra la tentación no es posible sino mediante la oración.
Con la oración podemos conseguir y aumentar la gracia o amistad con Dios; podemos obtener el perdón de los pecados y las gracias que necesitamos para obrar el bien y evitar el mal. Con la oración se obtiene también ayuda material, si convienen para nuestra salvación. La oración es un verdadero encuentro personal con Dios, que depende de la gracia de Dios. En la oración o dialogando con Dios adoptamos nuestra verdadera postura como hijos de Dios.
San Alfonso: “El que ora se salva; el que no ora se condena”.
El Señor llama algunos a dedicar más tiempo en la oración en especial aquellos que tienen la misión de prolongar a Cristo y a aquellos que son invitados a la contemplación. No es posible prolongar a Cristo sino se prolonga en la propia vida, y solo se prolonga cuando se prolonga el dialogo con el Padre, de tal forma que se prolonga también la caridad del buen Pastor. Y esta caridad nace del dialogo con Dios.
El ministerio de la oración y de la predicación van muy unidos pues para comunicar a Cristo es necesario prolongar su oración, su palabra, su sacrificio y su pastoreo. Debemos tener familiaridad con la Palabra para poder comunicarla a los hombres esto incluye el presentar las dificultades y problemas que enfrentan los hombres al recibir la predicación. La enseñanza de los apóstoles se basaba en la meditación del Evangelio. Basándose en las palabras de Jesús, los apóstoles estaban capacitados para aclarar y unificar los diversos textos de la Biblia.
Santa Teresa de Ávila: la oración abarca el corazón y la voluntad del hombre más que su propio intelecto.
San Cipriano: cuando llamamos “Padre” a Dios debemos recordar que tenemos que comportarnos como hijos de Dios.
¿Qué pedir? Debemos pedir ante todo e incondicionalmente el perdón de nuestros pecados, la gracia de Dios y la perseverancia en ella hasta la muerte. Los demás bienes hemos de pedirlos para mayor Gloria de Dios y bien de nuestra alma. Cuando Dios no nos concede lo que pedimos a veces no desanimamos, no es porque oremos mal; sino porque a veces no conviene a nuestro bien espiritual. Es conveniente pedir a nombre de nuestro Señor Jesucristo.
La oración Jaculatoria es una oración brevísima, por ejemplo: ¡Ave María Purísima, sin pecado concebida! ¡Dios mío os amo de todo corazón! ¡Antes morir que pecar! ¡Virgen María Ayúdame! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confió! Etc. Convienen hacerlas muy a menudo ya que son de mucha utilidad y medio eficaz para vencer las tentaciones.
La vida Sacramental, las buenas obras y la oración van a la par y no podemos de dejar de hacer una por hacer la otra. Pues, el gran medio para asegurar estas buenas obras y la perseverancia en ellas hasta la muerte es la oración.
Jesucristo dijo: Pedid y Recibiréis
Oremos para que nunca nos cansemos de Alabar y dar gracias a nuestro Señor por todas las gracias que recibimos inmerecidamente, y para que perseveremos en la oración.
la oración es un medio de compenetración con Dios nuestro señor, es comunicación directa entre el altisímo y nosotros. Si nos resistimos a horar queridos hermanos, tambien nos estamos resistiendo a dar cabida a nuetro padre celestial en nuestrtas vidas y en nuestro corazón. arrepintamos de todos nuestros pecados y retomemos la oración.