El  Cántico de Simeón, ejemplo de fe.

El Cántico de Simeón, ejemplo de fe.

Cántico de Simeón, ejemplo de fe.

Parroquia de San Pío X   

                                                  

        Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso, y esperaba la consolidación  de Israel; y estaba en él el  Espíritu Santo. El Espíritu Santo le había revelado  que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu vino al templo y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la ley prescribía sobre él, le tomó en los brazos y bendijo a Dios diciendo:                                                                                         “Ahora puedes Señor según tu palabra, dejar que tu sirvo se vaya en paz; porque han visto mis ojos la salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria  de tu pueblo Israel” 

  Lc 2,25-32

                                                                                         
S. Atanasio: “Luz para iluminar a los gentiles”. Las gentes antes de la venida de Cristo, estaban en las tinieblas, esto es, sin el conocimiento de Dios. El cielo no hablaba de la gloria del Creador a los mortales: ante la belleza del universo estaban mudos para la alabanza. “Gloria de Israel”. Así como Moisés hablando con el Señor se iluminaba en el rostro, así los Hebreos contemplando la luz divina de la humanidad de Cristo habrían arrojado el antiguo velo, y en su misma imagen serían transformados de  gloria en gloria.

El Cristo del Señor, es aquel que el Señor a ungido, es decir, consagrado para una misión de salvación, como el Rey de Israel, el príncipe elegido por Yahvé y de un modo eminente, el Mesías que instaurará el Reino de Dios.

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como  signo de contradicción- ¡Y a ti misma una espada te atravesara el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”. Había también la profetiza Ana hija de Fanuel, de la tribu de Aser de edad  avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, y luego quedo viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Presentándose en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría;  y la gracia de Dios estaba sobre él.   Lc 2,33-40.   

S. Ambrosio: Las palabras de Simeón significan que Jesús fue causa de ruina para muchos israelitas, los cuales, obstinadamente, no quisieron reconocer en Él el Mesías prometido, lo persiguieron, y renegaron de Él.

¿Y nosotros hermanos ya hemos reconocido en Cristo al Mesías?

¿Ya podemos decir como Simeón, que nuestros ojos ya han visto la salvación?

¿Ya estamos convencidos, o aún titubea nuestra fe?

También hoy en día Jesús es objeto de odio para sus enemigos y de amor para los que creen en Él.

 

Cristo en todas sus facetas, es un signo de contradicción, Cristo escandalizo porque se presento pobre y en circunstancias humanas de limitación, escandalizo porque quiso redimirnos con su muerte en la cruz. Ahora sigue escandalizando por que se ha prolongado en los signos de los sacramentos de la Iglesia. Cristo asocia a un Madre desde la concepción en su  obra redentora.  Para la humanidad el más grande escándalo es que Dios nos haya amado de tal manera que fue capaz de entregar su propia vida por amor a cada uno, así como que el prójimo sea objeto de gracia para nosotros, aún siendo nuestro enemigo. El sí de  María la llevo a participar de los mismos sufrimientos de Cristo.

 

La  imagen de la profetiza Ana llama nuestra atención pues nos habla de una persona mayor, viuda y sin hijos, dedicada al servicio de Dios, que quizás en esas mismas circunstancias muchos de nosotros nos sentiríamos inútiles,  tal vez estaríamos solo esperando el momento de la muerte,  quizás   creyendo merecer el cielo  solo por ser mayor de edad y sin tener  merito alguno,    sintiéndonos  totalmente   incapaz de poder servir a nuestro Dios;    hay  otras  personas que ya hemos probado las mieles de servir a Dios y  créeme no es necesario hacer grandes esfuerzos, pero si necesario ser fiel a Dios. El ejemplo de Ana es muy alentador pues nos enseña que a  través de pequeños sacrificios  y de oración por la conversión del pecador, por las necesidades de todo el mundo, por la Iglesia, por  algún  enfermo…en fin necesidades hay y muchas; podemos servir a Dios y  también  alcanzar  la vida eterna;   recuerda que  nunca es tarde para servir y  acercarse a Dios, pues sea cual sea nuestra situación ya sea de enfermedad, viudez…es mejor tarde que nunca.

 

 

A ejemplo de Simeón y de Ana,  Alaba al Señor y proclama sus maravillas

Nuestra actitud y sentimientos en la casa de Dios, deben ser de respeto, de alegría  y de amor. 

 

Oremos  a nuestro Padre, pidamos aumente nuestra fe y nos ayude a superar toda tentación que nos aparte de nuestro apostolado, para que le sirvamos de todo corazón.

 

Oremos para que reine  la unidad, la paz y el amor en la próxima visita del Santo Papa Benedicto XVI.

 

Oremos a nuestro Padre por que en las próximas votaciones para gobernador o presidente gane  aquel  que realmente busque el bienestar del  pueblo, que busque la paz y la concordia.

 

Oremos por el Papa, los obispos, sacerdotes, por todas sus necesidades y en especial aquellos sacerdotes que están enfermos. 

 

Oremos por todos los enfermos del mundo en especial por todos los que nos piden oración.

 

Oremos por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

 

Oremos de manera especial por las necesidades de Zoila Limón.

 

Oremos por todos los Celadores y Guardias del Sagrado Corazón por todas sus necesidades.

 

Oremos por todos nuestros hermanos que sufren a causa de la sequia.

 

Oremos por todos los matrimonios para que  reine en cada uno el amor y la unidad.

 

¡Unidos en la Eucaristía!

 

 

 

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