“ESTAMOS SEGUROS DE HABER PASADO DE LA MUERTE A LA VIDA, PORQUE AMAMOS A NUESTROS HERMANOS”.
Debemos amarnos unos a otros, pues éste es el mensaje que ustedes han oído desde el comienzo.
No imitemos a Caín, que era del Maligno, y mató a su hermano. Y ¿por qué lo mató? Porque él hacía el mal, y su hermano hacía el bien.
No se extrañen, hermanos, si el mundo los odia,
pues el amor a nuestros hermanos es para nosotros el signo de que hemos pasado de la muerte a la vida.
El que no ama está en un estado de muerte.
El que odia a su hermano es un asesino, y, como saben, ningún asesino tiene la vida eterna.
El (Jesucristo) entregó su vida por nosotros; y en esto hemos conocido el amor; ahora también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón cuando ve a su hermano en apuros, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
Hijitos, no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos.
En esto conoceremos que somos de la verdad y se tranquilizará nuestra conciencia ante El.
Pues si nuestra conciencia nos reprocha, pensemos que Dios es más grande que nuestra conciencia, y que lo conoce todo.
Amadísimos, si nuestra conciencia no nos condena, tenemos plena confianza en Dios.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México