Reflexionar sobre lo que ha sido para el cristiano el año 2011, puede darnos un parámetro de nuestro caminar.
Uno de los consejos que nos dan nuestros discipuladores, nuestros sacerdotes, nuestros guías espirituales para evaluar nuestro actuar diario es hacer un pequeño examen de conciencia diario para ir mejorando lo que hacemos buenos y corregir en su defecto lo que hacemos mal, ver los medios que tenemos para hacerlo y al mismo tiempo ir descubriendo las mismas capacidades y dones que el Espíritu santo nos va dando para nuestro caminar.
Bueno es entonces hacer un examen de como ha sido nuestro año 2011, se supone que cuando un cristiano ha tomado conciencia de su fe, y la va viviendo con plenitud a tal grado de que ya se sirve con amor al prójimo en la Iglesia, se participa en el mismo actuar en la Iglesia, cada año se debe de ser mejor, de ahí que se puede presumir: “Yo tengo 20 años en el camino del Señor”, pero… ¡no se ve su cambio de vida aun con ese tiempo, quiere decir que algo nos está haciendo falta, algo nos detiene y no nos damos cuenta y nos comportamos como novatos, por tanto hacer un examen duele porque se enfrenta el yo con Dios y mucha parte del yo no quiere morir, quiere seguir su manera de vida, según se dice que le hemos entregado todo a Cristo pero sólo en el momento de la euforia o de un retiro, pero vueltos a la realidad volvemos a tomar todo lo que ya según entregamos, más si se hace con diligencia y con ganas de crecer estos exámenes ayudan mucho porque el “yo” va descubriendo lo que nos detiene a la santidad.
El Espíritu santo es verdaderamente un maestro para darnos a conocer en un momento de reflexión, de interioridad lo que nos impide ser mejores, muchas veces en nuestro trabajo no somos coherentes con la fe, no hacemos con calidad nuestro trabajo, no somos solidarios, buscamos no cansarnos, que otros trabajen más, que a otros no les vaya también como a nosotros y así sucesivamente cuando tenemos trabajadores a nuestro cargo no los tratamos correctamente, no les pagamos lo correcto, no les damos las prestaciones de ley y ni mucho menos fomentamos su dignidad, ganamos excesivamente, engañamos a la gente, la timamos, fraudalentamente nos comportamos etc.
Otras veces no sabemos cómo ser padres con nuestros hijos, les exigimos de más, los tratamos impacientemente, les gritamos, los presionamos a la perfección, pero nosotros somos muy imperfectos, otras veces causamos daño emocional a nuestra esposa o esposo y cuando vamos al confesionario no le decimos esto al sacerdote, nos fijamos más bien en los pecados de la impureza, de la lujuria, del deseo carnal, pero nunca decimos que engañamos, que tranzamos, que hemos hecho nuestra fortuna aprovechándonos de los demás, que somos borrachos, drogadictos, que tenemos envidia al prójimo, que me da mucho coraje porque otros progresan, que son flojo con las cosas de Dios, que no me interesa Dios más que para que me vaya bien; amigos todo esto sale en una reflexión, en una meditación, en un examen; muchas conversiones empiezan cuando el Espíritu santo revela estas cosas al corazón y entonces viene el arrepentimiento y dolor de nuestros actos contrarios al amor de Dios, nos damos cuenta que hemos perdido la amistad con Dios y entonces la contrición es perfecta, impulsándonos a una vida nueva, vale la pena amigos dedicar unos minutos para ese examen y gozar de la gracia del Espíritu santo que escudriñará nuestro ser para el bien de los que aman a Dios: ¡buen examen de conciencia 2011!