“ESPERAMOS UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA”.
No olviden, hermanos, que ante el Señor un día es como mil años y mil años son como un día.
El Señor no se demora en cumplir su promesa, como algunos dicen, sino que es generoso con ustedes, y no quiere que se pierda nadie, sino que todos lleguen a la conversión.
Llegará el día del Señor como hace un ladrón, y entonces los cielos se desarmarán entre un ruido ensordecedor, los elementos se derretirán por el calor y la tierra con todo lo que hay en ella se consumirá.
Si el universo ha de descomponerse así, ¡cómo deberían ser ustedes! Les corresponde llevar una vida santa y piadosa,
mientras esperan y ansían la venida del día de Dios, en la que los cielos se desarmarán en el fuego y los elementos se derretirán por el calor.
Mas nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y una tierra nueva en que reine la justicia.
Con una esperanza así, queridos hermanos, esfuércense para que Dios los encuentre en su paz, sin mancha ni culpa.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México