“YA SEA QUE ESTEMOS VIVOS O QUE HAYAMOS MUERTO,SOMOS DEL SEÑOR”
De hecho, ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Tanto en la vida como en la muerte pertenecemos al Señor. Por esta razón Cristo experimentó la muerte y la vida, para ser Señor de los muertos y de los que viven. Entonces tú, ¿por qué criticas a tu hermano? O ¿por qué lo desprecias? Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. Está escrito: Juro por mí mismo, palabra del Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua confesará la verdad ante Dios. Quede bien claro que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí mismo. Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México