“ACLAMEMOS A DIOS, NUESTRA FORTALEZA”.
Pero mi pueblo no me quiso oír,
e Israel no me obedeció.
Los dejé, pues, que siguieran sus caprichos
y caminaran según su parecer.
Ah, si mi pueblo me escuchara,
si Israel fuera por mis caminos,
sometería en un instante a sus enemigos,
volvería mi mano contra sus opresores.
Los enemigos del Señor le adularían
y su espanto jamás terminaría.
Pero a él, con flor de trigo lo alimentaría
y con miel de la roca lo saciaría”.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México