Juan Revilla.
Existe una gran cantidad de libros que hablan y tratan todo lo relativo a la fe, tratan de abarcarla, de explicarla; la sagrada escritura se desborda en sus páginas sobre la fe, y por ella se predica palabra de fe; Cefás como Pablo le dice a Pedro experimentó la fe en carne propia, el evangelio de Mateo 14, 31 narra donde Pedro recibe las palabras más profundas de Jesús donde lo reprende: “Hombre de poca fe”, ¿por qué dudaste?, ¿quién puede medir la fe?, lógico Jesús sí tiene su medidor especial; este pasaje es conmovedor y maravilla, primero muestra a un Pedro que le dice a Jesús: “Señor si eres tú, mándame ir a ti”, al llamado de “Ven”, Pedro salto con gran arrojo, ¡estaba caminando en el agua como Jesús!, estaba haciendo lo que el maestro hacía, estaba fuera de la barca como si estuviera en suelo firme, más en la travesía algo le sucedióvi: “El ento implacable lo turbo y lo lleno de miedo”, al sentir esa sensación de amenaza e incertidumbre y si le agregamos que estaba perdiendo el control de la situación, comenzó a hundirse inmediatamente, como si hubieran quitado el suelo firme; vaya escena, casi llegaba, no le quedó otra opción: “sálvame Señor”, pero…¿cómo Pedro tenía la certeza de que Jesús lo podía salvar?, ¡pues por fe!, aunque no madura, todavía no alcanzaba a expresarse como en la carta a los Hebreos 11, 3: la fe que nos hace comprender que hace la palabra de Dios en el mundo; era un llamado ¡ven!, Pedro, no negaba la fe, no negaba que era la palabra de Jesús que lo invitaba como dice la misma carta a los hebreos 10, 26-27, más bien fue incapaz de asimilar el prodigio que estaba viviendo.
Pedro supo que la fe no es visible, pero que si existe en la vida de los hombres, con el bautismo llega la fe al hombre como don de Dios, como lo es la misma agua: “el don de Dios” por esa razón nadie puede negar un vaso de agua, sin ver el peligro de negar el don de Dios; en la confirmación nuevamente esa fe aparece con mayor vigor para reafirmarla, más el hombre la deja morir, la deja que se debilite, la deja incluso en muchas ocasiones que se extinga casi; Pablo fue el mayor evangelizador del cristianismo por la fe adulta que se desarrolló en él; la fe y el convencimiento de su vocación de ser apóstol, no por cuenta propia sino por gracia de Dios, fue quién lo impulsó como barca con aire a favor, y aunque el aire fuera contrario, tenía la fe de que sí era el apóstol elegido por Dios, nunca dudo que no lo fuera, el don de fe dado por Dios lo condujo a que su vocación fuera un éxito.
Sí nos dejáramos mover por la fe, seguramente nuestra vida fuera otra y no estaría condicionada a factores ajenos, sólo por el mismo don de Dios seriamos plenos; la Iglesia busca que cada hombre y mujer tengan un encuentro vivo con Cristo Jesús, el Cristo real, no el que conocíamos de oídas, ¿con qué fin?, es muy sencillo, la escucha de la buena nueva propicia que la fe inicial ya dada en el bautismo resurja, esa fe inicial, es capaz de impulsar sus entrañas a que quieran ser diferentes, es decir a que se conviertan, que crean en la salvación y a creer en la promesa de Jesús: cfr. Rm 10, 9; la fe que no mostró Pedro en ese pasaje lo llevó a que en sus cartas, el hablara de esa fe cfr.1Pe 1, 8, él lo vivió, nadie se lo puede contar; las palabras de Jesús quedaron impresas en su corazón: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?, vaya que su maestro le pegó en el mero talón de Aquiles, más todo es para la gloria de Dios, hay hombres que aprendemos y recibimos el don de Dios que es la fe a base de golpes, de experiencias duras; cuando Jesús le pregunto a Pedro que sí lo amaba, le preguntó 3 veces, ¿por qué lo había negado?, necesitaba probar su madurez en la fe,: “apacienta mis ovejas”, por eso Pedro sugiere lo que deben de hacer: apacienta el rebaño que se te ha confiado cfr. 1Pe 5, 2, vaya que sí creció en la fe.
Hoy Jesús nos dice lo mismo: hombres de poca fe, ¿por qué dudaron? Los hombres no creemos en la salvación dada, no cree en las palabras de los hombres que sólo son dichas para engañar, no creen en los milagros, buscan explicaciones, no creen en una vida nueva, lo ven como fantasía, ven la naturaleza y piensan que actúa porque es así, ven que Dios libra al hombre de tantas amenazas, factores y situaciones y no lo reconocen; el hombre no da más de su capacidad natural porque no quiere creer que siendo imagen de Dios estamos aptos para reflejar a Dios y mostrar al mundo grandes prodigios; pregúntale a tu hijo, a tu esposa, a tu amigo: ¿crees en mí, como esposo, trabajador, padre, compañero?, ¿tú si quieres que te crean?, hermanos, la fe es un don de Dios: ¿por qué no crees esa realidad?, saben, tal vez sólo falte ir a Jesús como lo hizo Pedro, para experimentar la fe, vivirla para sentir la fe en su vida como lo hizo Pablo, hoy sí Jesús te dijera: hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?, ¿tú que pensarías? allí veras tu fe y quizá vivas el don de la fe, como aquel santo, mártir que se entregó a Jesús por fe.
bien