“QUE AGRADABLE, SEÑOR, ES TU MORADA”.
Mi alma suspira y hasta languidece
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne
gritan de alegría al Dios que vive.
Hasta el pajarillo encuentra casa,
y la alondra un nido, donde dejar sus polluelos:
cerca de tus altares, Señor Sabaot,
¡oh mi Rey y mi Dios!
Felices los que habitan en tu casa,
se quedarán allí para alabarte.
Dichosos los hombres cuya fuerza eres tú
y que gustan de subir hasta ti.
Vale por mil un día en tus atrios,
y prefiero quedarme en el umbral,
delante de la casa de mi Dios
antes que compartir la casa del malvado.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México