Parroquia de San Pío X
La higuera que no da fruto. Todos los cristianos estamos llamados a servir a Dios, de acuerdo a las capacidades de cada persona, todo servicio es digno de respeto. Lc.13,6-9
Y dejándolos salió fuera de la ciudad a Betania y allí pasó la noche: Al regresar a la ciudad, muy de mañana, Jesús sintió hambre. Divisando una higuera cerca del camino, se acerco, pero no encontró más que hojas. Entonces dijo: a la higuera: “Nunca jamás volverás a dar fruto”. Y al instante se secó.
La higuera es la imagen del pueblo que no produjo los frutos que Dios esperaba; frutos de amor de paz , de generosidad, etc.
Esta Palabra, me recuerda que, mi religión no es sólo un titulo que me caracteriza de las demás personas, sino algo todavía más profundo, el ser católico es una forma de vida, es vivir conforme a los valores del evangelio, es dar testimonio de mi fe a Dios ante los demás; es vivir con justicia, Es dolerme ante el sufrimiento del otro, es sentir míos los problemas de aquel que no encuentra la salida y quizás encuentre una solución, como es el suicidio. Es vivir como hermanos.
Con frecuencia pensamos que nuestra religión es solo para personas ya mayores como ancianitos, enfermos, para la gente joven, con salud, exitosa, rica, para ellos no es el momento, necesitan vivir su vida disfrutarla, triunfar, realizarse y después llegará el momento; ¿y lo tendremos?, quien nos asegura la vida. ¿Cómo poder amar lo que no conocemos?; cuando la realidad es el inicio de vivir una vida plena, vivir en libertad para amar, es disfrutar la vida, es la verdadera felicidad, tener una verdadera dignidad como ser humano e hijo de Dios; yo te lo puedo testificar.
Reflexionemos, ¿Cuántas gracias nos ha dado el Señor y como hemos correspondido?
Porque cualquier esfuerzo por el bien produce frutos admirables; el verdadero conocimiento es una raíz que nunca se seca. Sab.3,15
Que nuestra religión no sea solo apariencias, sino frutos de buenas obras.
Te pedimos Padre nos des la oportunidad de enmendar nuestras obras y demostrarte cada día nuestros deseos más profundos de ser agradables a ti, de esmerarnos en dar fruto a través de nuestro servicio y trato hacia las demás personas, dame tu gracia para poder lograrlo.
Te pido Padre, que me ayudes a valorar tu amor y vivir como verdadero cristiano, dando siempre testimonio de que creemos en Ti.
¡Unidos en la Eucaristía!