“AL PECADOR LE DAS TIEMPO PARA QUE SE ARREPIENTA”.
Porque, ¿quién podría decirte: “¿Qué has hecho?”; quién podría oponerse a tus decisiones? ¿Quién podría llamarte la atención por aniquilar a naciones que tú creaste? ¿Quién te impediría castigar a hombres injustos?”
Fuera de ti, que te preocupas de todos, no hay otro Dios al que tengas que probarle que no actuaste injustamente.
Tu fuerza es el fundamento de tu justicia; como eres el dueño de todas las cosas, puedes también perdonarlas.
Muestras tu fuerza a los que ponen en duda tu poder absoluto; castigas la audacia de los que lo desafían.
Pero, aunque seas un Señor poderoso, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha paciencia, porque eres libre de intervenir cuando quieras.
Al actuar así le has mostrado a tu pueblo que el justo debe amar a todos los hombres, y has dado a tus hijos esa dulce esperanza de que después del pecado les permites que se arrepientan.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.