Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti.
Yo le he dicho: “Tú eres mi Señor,
no hay dicha para mí fuera de ti.
El Señor es la herencia que me toca
y mi buena suerte: ¡guárdame mi parte!
Yo bendigo al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye mi conciencia.
Ante mí tengo siempre al Señor,
porque está a mi derecha jamás vacilaré.
Por eso está alegre mi corazón,
mis sentidos rebosan de júbilo
y aún mi carne descansa segura:
pues tú no darás mi alma a la muerte,
ni dejarás que se pudra tu amigo.
Me enseñarás la senda de la vida,
gozos y plenitud en tu presencia,
delicias para siempre a tu derecha.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México