“Dios quiere contar contigo”
JUEVES SANTO. San. Anselmo. Jueves 21/abril/2011.
El Jueves Santo, se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, en el transcurso de la Semana Santa cristiana. Es el primer día del Triduo Pascual. En este día la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús, y del Sacerdocio.
Liturgia del Jueves Santo
En este día tiene lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se emplearán en la administración de los principales sacramentos. Es una manifestación de la comunión existente entre el Obispo y sus Presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo. Para esta celebración se invita encarecidamente a los fieles para que reciban el sacramento de la Eucaristía. Es recomendable litúrgicamente y es de práctica común celebrarla en la Catedral de cada Diócesis. Los oficios de Semana Santa llegan el jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica. Ese día se inicia el llamado Triduo Pascual que culminará en la Vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo la Resurrección de Jesucristo.
Dentro de los oficios del día, adquiere un destacado simbolismo el lavatorio de pies que realiza el sacerdote y en el que recuerda el gesto que realizara Jesús antes de la Última Cena con sus apóstoles. Finalizados los oficios vespertinos, el Santísimo Sacramento se traslada del Sagrario al llamado “Altar de la reserva”, un altar efímero que se coloca ex-profeso para esta celebración, quedando el Sagrario abierto. Igualmente, el altar es despojado de todo tipo de ornato.
El lavatorio queda reflejado también en el Evangelio del día:
Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo:
-«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:
-«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:
-«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo:
-«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
«No todos estáis limpios.»
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
GRACIAS, SEÑOR, POR TU SANGRE QUE NOS LAVA. P
Ex. 12; 1 – 8, 11 – 14.
1. Yavé dijo a Moisés y a Aarón, en el país de Egipto: 2. «Este mes será para ustedes el comienzo de los meses, el primero de los meses del año. 3. Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa. 4. Pero, si la familia es demasiado pequeña para consumir el cordero, se pondrá de acuerdo con el vecino más cercano, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer. 5. Ustedes escogerán un corderito sin defecto, macho, nacido en el año. En lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito. 6. Ustedes lo reservarán hasta el día catorce de este mes. Entonces toda la comunidad de Israel lo sacrificará al anochecer. 7. En cada casa en que lo coman ustedes tomarán de su sangre para untar los postes y la parte superior de la puerta. 8. Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con panes sin levadura y con verduras amargas.
11. Y comerán así: con el traje puesto, las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se demorarán en comerlo: es una pascua en honor de Yavé. 12. Durante esa noche, yo recorreré el país de Egipto y daré muerte a todos los primogénitos de Egipto, tanto de los egipcios como de sus animales; y demostraré a todos los dioses de Egipto quién soy yo, Yavé. 13. En las casas donde están ustedes la sangre tendrá valor de señal: al ver esta sangre, yo pasaré de largo, y la plaga no los alcanzará mientras golpeo a Egipto. 14. Ustedes harán recuerdo de este día año tras año, y lo celebrarán con una fiesta en honor a Yavé. Este rito es para siempre: los descendientes de ustedes no dejarán de celebrar este día.
Sal. 115.
1. ¡No a nosotros, Señor, nos des la gloria, no a nosotros, sino a tu nombre, llevado por tu amor, tu lealtad! 2. ¿Quieres que digan los paganos: “¿Dónde está, pues, su Dios?” 3. Nuestro Dios está en los cielos, él realiza todo lo que quiere. 4. Sus ídolos no son más que oro y plata, una obra de la mano del hombre. 5. Tienen una boca pero no hablan, ojos, pero no ven , orejas, pero no oyen, nariz, pero no huelen. 6. Tienen manos, mas no palpan, pies, pero no andan, ni un susurro sale de su garganta. 7. ¡Que sean como ellos los que los fabrican y todos los que en ellos tienen confianza! 8. ¡Casa de Israel, confíen en el Señor, él es su socorro y su escudo! 9. ¡Casa de Aarón, confíen en el Señor, él es su socorro y su escudo! 10. ¡Los que temen al Señor, confíen en el Señor, él es su socorro y su escudo! 11. El Señor no nos olvida, nos bendecirá: bendecirá a la casa de Israel, bendecirá a la casa de Aarón, 12. bendecirá a los que temen al Señor, tanto a los pequeños como a los grandes. 13. Que el Señor los haga crecer a ustedes y a sus hijos. 14. ¡Que el Señor los bendiga, el que hizo los cielos y la tierra! 15. Los cielos son la morada del Señor, mas dio la tierra a los hijos de Adán. 16. No son los muertos los que alaban al Señor, ni todos los que bajan al Silencio, 17. mas nosotros, los vivos, bendecimos al Señor desde ahora y para siempre.
1 Cor. 11; 23 – 26.
23. nosotros proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura! 24. Pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
25. Pues las locuras de Dios tienen más sabiduría que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.
26. Fíjense, hermanos, en ustedes, los elegidos de Dios: ¿cuántos de ustedes tienen el saber humano o son de familias nobles e influyentes?
Jn. 13; 1 – 15.
1. Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 2. Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. 3. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. 4. Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. 5. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos; y luego se los secaba con la toalla que se había atado. 6. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?» 7. Jesús le contestó: «Tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde.» 8. Pedro replicó: «Jamás me lavarás los pies.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo.» 9. Entonces Pedro le dijo: «Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» 10. Jesús le dijo: «El que se ha bañado, está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.» 11. Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos ustedes están limpios.» 12. Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? 13. Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. 14. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo.
Propio de la Liturgía de las Horas redspectivo.