Yo oía a mis adversarios que decían contra mí: “¿Cuándo, por fin, lo denunciarán?” Ahora me observan los que antes me saludaban, esperando que yo tropiece para desquitarse de mí.
Pero Yavé está conmigo, él, mi poderoso defensor; los que me persiguen no me vencerán. Caerán ellos y tendrán la vergüenza de su fracaso, y su humillación no se olvidará jamás.
Yavé, Señor, tus ojos están pendientes del hombre justo. Tú conoces las conciencias y los corazones, haz que vea cuando te desquites de ellos, porque a ti he confiado mi defensa.
¡Canten y alaben a Yavé, que salvó al desamparado de las manos de los malvados!
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México