Yavé dijo a Samuel: “¿Hasta cuándo seguirás llorando por Saúl? ¿No fui yo quien lo rechazó para que no reine más en Israel? Llena pues tu cuerno de aceite y anda. Te envío donde Jesé de Belén, porque me escogí un rey entre sus hijos”.
Cuando entraron, Samuel divisó a Eliab y pensó: “Seguramente ése será el que Yavé va a consagrar”.
Pero Yavé dijo a Samuel: “Olvídate de su apariencia y de su gran altura, lo he descartado. Porque Dios no ve las cosas como los hombres: el hombre se fija en las apariencias pero Dios ve el corazón”.
Finalmente Jesé hizo pasar a sus siete hijos ante Samuel, y Samuel decía a Jesé: “Yavé no ha elegido a ninguno de estos”.
Entonces Samuel dijo a Jesé: “¿Esos son todos tus hijos?” Respondió: “Todavía falta el menor, que cuida el rebaño”. Samuel le dijo: “Mándalo a buscar porque no nos sentaremos a la mesa hasta que no esté aquí”.
Fueron pues a buscarlo y llegó; era rubio con hermosos ojos y una bella apariencia. Yavé dijo entonces: “Párate y conságralo; es él”.
Samuel tomó su cuerno con aceite y lo consagró en medio de sus hermanos. Desde entonces y en adelante el espíritu de Yavé se apoderó de David. Por lo que respecta a Samuel, se levantó y se volvió a Ramá.
Biblia Latinoamericana / se toma comoo guía el misal Católico:Asamblea Eucarística”. México