Le supliqué a Yavé, mi Dios y le hice esta confesión: “¡Ah, mi Señor, Dios grande y temible que conservas la alianza y tu misericordia con los que te aman y observan tus mandamientos!”
Pecamos, cometimos injusticias, fuimos infieles, nos rebelamos; nos apartamos de tus mandamientos y de tus leyes.
No hicimos caso a tus servidores los profetas que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes y a nuestros padres como también a toda la nación.
Tú, Señor, has sido justo y nosotros sólo tenemos derecho a la vergüenza como en ese día, nosotros la gente de Judá, los habitantes de Jerusalén y todo Israel, estemos cerca o lejos en todos los países donde nos dispersaste por culpa de las infidelidades que cometimos contra ti.
Oh Yavé, la vergüenza sea para nosotros, para nuestros reyes, nuestros jefes y nuestros padres, porque pecamos contra ti.
Que el Señor nuestro Dios tenga misericordia y nos perdone porque nos rebelamos contra él.
No obedecimos a Yavé nuestro Dios, no caminamos según sus leyes que puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México