Por Juan Revilla.
Es evidente que el Estado en México y como en la mayoría del mundo, sean los principales generadores del bien común, en México bien o mal en la actualidad sigue generando ese bien común para los ciudadanos (mexicanos y extranjeros que habitan en él), tal vez no en la medida que quisiéramos todos, pues la tremenda división de la pobreza y la riqueza en manos de unos cuantos, no refleja el crear bienestar para todos con las mismas condiciones de uso; la campaña de la pastoral social ahora promueve la cultura del bien común, invitando a la Iglesia a unirse al Estado para generar el bien común para todos.
El Estado tiene la facultad y deber de propiciar instrumentos de justicia, mecanismos para una mejor cultura, estructuras para una economía más sólida, seguridad para vivir (que hoy en día es de lo que más se adolece), busca crear mejores condiciones de salud para los mexicanos etc., es algo que debemos reconocer aun sabiendo que no es suficiente; la Iglesia católica y en general puede impulsar a contribuir a que el bien común se genere más rápido y más equitativo exhortando a que la Iglesia como cuerpo de Cristo participe más activamente en ayudar al Estado a proporcionar propuestas, iniciativas y cuidado de ese bien; muchos se han aprovechado del bien común de los mexicanos aludiendo que el Gobierno se queda con todo y se lo reparten entre ellos, por esa razón son capaces de estar robando gasolina, diesel y petróleo, electricidad, agua, terrenos, robar bancos, , vende droga, asaltar trailers con insumos, productos de todo tipo, de controlar productos de primera necesidad por tener dinero para hacerlo jugando con el hambre del pueblo cotizando los productos a su antojo; si entendemos que el bien común es: “El conjunto de las condiciones de la vida social que hace posible a las asociaciones y a cada una de las personas, lograr más plena y más fácil su desarrollo”, con las acciones citadas anteriormente lo único que hacen es convertirse en unos destructores del bien común, destructores de hombres, pues egoístamente dañan más la integridad de un pueblo y reinando la anarquía en sus vidas.
El gran problema que reflejamos los cristianos en México es una pobre participación en la vida activa del país, dejando todo el peso al Estado para que a su capacidad genere ese bien común tan equitativo que buscamos como nación, no se puede tener progreso cuando los cristianos no se ponen la ”camiseta” de cristiano durante las 24 horas, ¿será miedo o hipocresía?, ¿o no se está lleno del Espíritu Santo para tener el valor?; el bien común representa un bien que podemos gozar todos, si todos merecemos una educación excelente, ese bien común debe ser apoyado e impulsado por la Iglesia para ayudar con más iniciativas e ideas para generar esa educación de excelencia y así paulatinamente en todos los rublos.
Uno de los pecados que menos confiesa el cristiano es: “el pecado de omisión”, y ese pecado también puede ser el no participar activamente en apoyo al bien común; mucha gente erróneamente dice: “La ciudad está bien ve su riqueza”, no amigos no se trata de la suma de los bienes particulares de cada hermano en la comunidad, pues con ello sería todavía hacer más inca pie en la desigualdad, lo importante aquí es que existan las mismas oportunidades de desarrollo y realización de la persona; se ha criticado mucho uno de los versículos más fuerte de la sagrada escritura cfr. Hechos 2, 44-45, porque ven en ello una fábula o algo utópico que no es realizable en los tiempos actuales, y ¡claro! que no se logra por la voraz hambre del egoísmo y falta de caridad de los hombres, el pecado de omisión es por no participar en la generación y cuidado del bien común dedicándome sólo a buscar mi bien, además el bien común exige ,interpela, pide con clamor el respeto y promoción de los derechos fundamentales de los hermanos y exige a la vez una concientización de cada hermano de su participación en mejorar una sociedad.
Independientemente de la capacidad, de la posibilidad, cada miembro de la sociedad (del país) es responsable de alcanzar o no el objetivo del bien común, no podemos excluirnos y querer gozar del bien construido sin esfuerzo alguno como muchos acostumbramos, no es cuestión de enfoques sino de responsabilidad humana y dignidad, nadie que se llame hombre puede esconderse de poner en común sus capacidades y dones por no querer compromiso con los demás, aislándose y viviendo como zángano de los demás, no hay excusa tampoco para el Estado de no aplicarse para lo que fue electo, no hay excusa para la urbe de los políticos que sólo crean bien para ellos, no hay excusa de ningún partido político en tomar lo que no es de él, sino del pueblo, generado como bien común y para el desarrollo pleno de los mexicanos, por esa razón la campaña de la pastoral social sabe que es un gran reto, el más fuerte que tienen la Iglesia pues sabe que está de por medio la cultura misma de México.