Comentario al numeral 53 del documento “Qué en Cristo nuestra paz México tenga vida digna” El sistema penitenciario.
Por Juan Revilla
En México, se vive en la actualidad un alto grado de delincuencia, la mayor parte de los ciudadanos hemos sido víctimas de la delincuencia e incluso ha habido perdidas lamentables, pero hay más preocupación todavía por el sistema penitenciario que México tiene hoy, su estructura penitencial llena de angustia a la población, el que alguno de los familiares caiga en la cárcel suena horrible y trágico, pero la preocupación es por el infierno que van a vivir, pues el sistema penitenciario de México es decepcionante, más que un sistema penitenciario es una verdadera escuela de súper delincuentes, la gran corrupción no es cosa de película o de drama, de ningún modo, es una realidad; las terribles condiciones que tienen que vivir los reclusos dan escalofrió y no porque no se merezca esa condena, no se está justificando al delincuente, sino más bien, que cuando salga el hermano de la cárcel será peor, porque también sabemos las grandes deficiencias de nuestro sistema judicial que tienen a mucha gente inocente en la cárcel conviviendo con verdaderas bestias, disculpándome por la expresión porque sólo así se puede justificar tales atrocidades, sólo estando fuera de sí.
El episcopado mexicano cuando elaboró este documento “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”, no lo elaboró por simple ocurrencia, sino que fue una verdadera investigación de los acontecimientos y situación que vive nuestro México querido, en el numeral 53 describe esta gran inquietud y preocupación, porque pareciese que el gobierno a perdido el control sobre estos sistemas de reformación, que más bien sería de súper formación delictiva; a continuación cito textualmente el numeral 53 para su análisis:
53. La delincuencia no sólo se enfrenta con medidas de fuerza y con endurecimiento de penas. Son problemas mucho más complejos que deben de atacarse por distintos frentes y con soluciones integrales, dando prioridad a la prevención con medidas sociales. Enfrentamos la crisis del sistema penitenciario que no re-socializa ni readapta a los internos y en muchos casos promueve la organización criminal.
La sobrepoblación y la corrupción carcelaria están motivando que los reclusorios también sean cotos de poder del crimen organizado, desde los cuales se planean y dirigen acciones delictivas. En lugar de servir a la readaptación social se convierten en verdaderas universidades del crimen dada la indiscriminada convivencia de los reos de alta peligrosidad con la multitud de detenidos por delitos famélicos.
¿A cuántos ciudadanos de México se les han llamado para pedir un supuesto rescate por un supuesto secuestro? (recordamos que el secuestro ya lo tratamos en el numeral 21) Y sabemos que la llamada se hizo dentro de la cárcel, ¿a cuántos reclusos han violado y han pasado por actos repugnantes?, ¿cuántos inocentes se han convertido en estos centro de readaptación en verdaderos depredadores de los hombres?, cierto es que en muchos discursos los políticos denuncian esta situación, pero también ¿cuántos están relacionados criminalmente con este sistema penitenciario?, para sobrevivir aquellos que caen en la cárcel pagan por estar en condiciones mejores que otros, ¿Cuántos reclusos han sabido que sus esposas o madres han sido víctimas de violación cuando iban a visitarlos a ellos?; definitivamente da miedo que un hijo caiga en la cárcel, pues allí no hay garantías.
La iglesia en México fomenta una cultura más digna para los infractores, una verdadera regeneración para los delincuentes, una preparación de un oficio que cuando salgan de la cárcel le pueda ser útil para vivir y no volver a caer en la cárcel, a la cual se acostumbra en corto tiempo; sabemos que el crimen organizado controla la cárcel a base de dinero, los internos tienen que elegir como vivir, como amigo o enemigo, la gran sobre población es otro punto que obstaculiza esa regeneración, la falta de lugares para mantener a delincuentes en la cárcel es un problema que merece ser atendido de manera mediata, la estructura de la cárcel, va a permitir una mejor convivencia o una verdadera selva para convivir.
Estamos conscientes que la mejor forma de evitar la delincuencia es educando a nuestros hijos, a respetar, a convivir en paz, a trabajar para el logro de los bienes, a educarse académicamente para tener más capacidad de conocimiento, generar los medios para subsistencia, para el trabajo, justicia en los sueldos y salarios; en realidad es una trabajo comunitario, y sólo así se puede edificar una sociedad prometedora para crear y educar hijos en amor y paz.
Exhortamos a nuestros gobernantes a dedicar mayores atenciones al sistema penitenciario, dedicar recursos para la construcción de centros de re adaptación más confiables y seguros, no sólo de fugas sino de transformación de la persona, pues a fin de cuentas no deja de ser un hermano e hijo de Dios. Dar la importancia en este rublo penitencial dará la confianza a la sociedad que ahí verdaderamente se ejerce la justicia.