Lo más importante de la preparación al matrimonio es la interiorización de valores que favorezcan el aprendizaje de patrones adecuados de relación interpersonal que incluye, entre otras cosas el establecimiento de buenos hábitos de comunicación interpersonal, de toma de decisiones en forma compartida, de solución de los inevitables conflictos, de un buen equilibrio entre intimidad y socialidad, etc.
A menudo las parejas se encierran en patrones de relación interpersonal que los mantienen siempre insatisfechos y que por la presión cultural se consideran incapaces de modificar. Es necesario que desde el noviazgo los futuros esposos establezcan buenos patrones de relación con los demás, pero especialmente con las personas más cercanas, en particular con el cónyuge, con hijos y con sus hogares de origen.
La única manera conocida de elevar el nivel de calidad de los matrimonios es el de capacitarlos para adaptar mutuamente su conducta. Este proceso de adaptación y de ajuste no es asunto que se liquide en unas semanas o meses, sino que es un proceso que dura toda su vida juntos.
Pero para lograr esta actitud favorable a asumir los cambios requeridos por la calidad de su estilo de relación supone dos condiciones:
a. Motivación suficiente para asumir el cambio requerido.
b. Recompensa para mantener el cambio hasta que este se incorpore en su estilo de vida como un hábito.
Aquí es donde encontramos una gran diferencia entre:
– aprender para saber y
– aprender para vivir.
Nuestros cursos de preparación al matrimonio están diseñados, la mayoría de las veces, para transmitir un saber y no para asumir un estilo de vida coherente con la vida matrimonial. Un ejemplo claro es la persistencia de hábitos y actitudes de solteros durante toda su vida matrimonial.
Dos cosas son ciertas:
a. La nueva información que se les transmite puede ofrecer la base para un cambio de conducta;
b. Las conductas nuevas (es decir, no habituales) se promueven y se justifican con base en las nuevas informaciones recibidas.
Pero hay un error en considerar que basta la sola información para cambiar patrones arraigados de comportamiento. Por ejemplo, son numerosas las parejas que reconocen la necesidad de establecer una buena comunicación para que su vida matrimonial sea más armónica y satisfactoria. Pero no por eso están dispuestas a desarrollar habilidades para mejorarla. Lo mismo puede decirse en lo que respecta a la prevención de enfermedades, ejercicio de la paternidad responsable, la práctica de la planificación familiar natural, etc.
La ignorancia no es garantía de un comportamiento correcto, pero el solo conocimiento no sirve para cambiar el comportamiento inadecuado. Ahora bien, nuestros cursos de preparación al matrimonio, aunque sea otra la intención de quienes los dirigen, en su metodología y sus contenidos están basados en esta hipótesis: “El problema de los novios es falta de conocimientos. Si les damos una información abundante eso garantizará que sus matrimonios sean mejores”.
Hace algún tiempo reciente dirigía un taller de formación de animadores para la preparación al matrimonio. Al comienzo cada uno de los participantes estaba exponiendo sus experiencias en este campo. Uno de los participantes dijo: “En mi parroquia no hemos podido abrir un curso de preparación al matrimonio por falta de ginecólogo”. A lo cual le repliqué: “Y es que las muchachas andan necesitadas de asistencia ginecológica?”. Y el me respondió: “Es que ya tenemos sacerdote, psicólogo y abogado. Nos hace falta el ginecólogo”.
Esta es una muestra de la mentalidad reinante. Nadie duda de la importancia del aporte profesional en las actividades de educación familiar. Pero este aporte debe ser convenientemente ubicado para que el curso de preparación al matrimonio no se reduzca a un procedimiento de transmisión de una información con destino a un saber y no con destino a un mejor vivir.
En efecto, la información que se transmite debe atravesar por un proceso en cuatro pasos sucesivos para que logre ejercer algún influjo en la conducta de las personas. El método de conferencias estilo aula sólo logra realizar el primer paso.
Veamos cuáles son estos pasos:
Primer paso: CONOCIMIENTO. Recibimos cada día una cantidad impresionante de información en nuestro trato con nuestros semejantes, a través de la conversación, de los medios masivos de comunicación, de nuestra propia experiencia personal. Pero mucha parte de esa información se pierde porque no se procesa. Sólo una parte de esa información se organiza, se archiva sistemáticamente y se guarda para hacer uso de ella más tarde. Esta información es la que se transforma en conocimiento.
Segundo paso: INTERIORIZACION. Parte de ese conocimiento que se archiva, aquél que tiene para uno un interés especial para nuestra vida personal, es percibido por nuestra conciencia con especial nitidez, como algo que nos proporciona ventajas y nos es especialmente útil, v.gr. nos sirve para nuestra vida matrimonial. Es ya un conocimiento adquirido, asimilado y que comienza a volverse como algo nuestro. No sólo lo interiorizamos sino que nos lo apropiamos.
Tercer paso: ACCION EXPERIMENTAL O ENSAYO. Hasta ahora no hemos hecho uso de este conocimiento interiorizado. Lo único que hacemos es anticipar en la fantasía “qué ocurriría si actuáramos de acuerdo con esto”? La interiorización y la fantasía están estrechamente relacionadas y la fantasía imagina una experiencia que todavía no llevamos a la realidad y nos formamos expectativas sobre sus resultados. Pero cuando nos atrevemos a actuar, a realizar esa experiencia, llega lo que podemos llamar ACCION EXPERIMENTAL o ENSAYO de un comportamiento en busca de los buenos resultados que imaginamos.
Como consecuencia de este ensayo pueden darse diversos resultados:
– un mal resultado (por haber obrado en un mal momento, por no acertar en la forma, o no encontrar respuesta en el otro);
– un buen resultado: logramos lo que anticipábamos en la fantasía y este logro puede dejarnos diverso grado de satisfacción de acuerdo con las expectativas.
Es el momento en el cual se presenta la necesidad de refuerzos y recompensas para intentar otra vez (si el resultado anterior era negativo o no tan positivo como se esperaba) o para continuar practicando este nuevo estilo de conducta.
Cuarto paso: CAMBIO DE CONDUCTA. Si se persiste suficientemente en la práctica de esta nueva conducta, ésta se va haciendo habitual y se inserta en el estilo de vida.En la pareja ambos deben recorrer juntos estos cuatro pasos del proceso para lograr que su relación de pareja se vaya enriqueciendo y mejorando su calidad. Es cierto que un individuo solo logra más fácilmente realizar el proceso. Pero, si son los dos los que se empeñan, hay muchas más posibilidades de mantenerse, porque pueden generar refuerzos mutuos, porque ambos van a animarse a continuar, a ayudarse a hacerlo mejor y a estimularse para mantener el nuevo patrón de comportamiento (1).Estas razones nos mueven a proponer que se revisen los cursos prematrimoniales en sus contenidos, su metodología y su organización. Sin pretender que un curso pueda suplir todos los vacíos de una preparación remota y próxima que se debió realizar, sí estamos seguros de que los novios son especialmente receptivos cuando se les proponen valores y convicciones con una adecuada pedagogía.
(1) Fuente: MACE, David – Close Companions – The Marriage Enrichment Handbook Continuum – New York 1984 pp. 61-66)