Para los católicos cristianos, necesitamos saber por qué se canta el gloria a Dios en el cielo, aparte de ser uno de los momentos más efusivos de nuestra celebración eucarística, de este modo queremos que celebremos más conscientes nuestra bella celebración. Este artículo lo explica de un modo sencillo y concreto la comunidad eclesial de San Fco. De Asís.
Gloria a Dios en el Cielo
INTRODUCCIÓN
Los varios elementos del comienzo de la Eucaristía quieren preparar a la comunidad a una escucha atenta y a una celebración más consciente, dándole además conciencia de ser una asamblea unida (crf. IGMR 24). Entre estos elementos está él Gloria.
Se trata esta vez de un himno, no de una simple aclamación o de unas respuestas litánicas. Un himno llamado “angélico”, por las palabras con que empieza, y también “gran doxología”, en relación con la pequeña doxología o alabanza que es el “Gloria al Padre”.
HERENCIA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
“El Gloria es una antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios padre y al Cordero y le presenta sus súplicas” (IGMR 31). No es un himno bíblico. Pertenece a los himnos “idióticos” de los primeros siglos: o sea los que fueron compuestos por la misma comunidad (“idios” significa “propio”; “idiota” es el que está encerrado en sí mismo…”).
Este himno no estuvo pensado, al principio, para la Eucaristía, sino como canto de oración de la mañana, como “Oh Luz gozosa” estaba destinado para la tarde.
El gloria tuvo seguramente origen oriental. Todavía hoy en la liturgia oriental se canta en la oración matutina. En Occidente es donde gradualmente paso a la misa:
– primero sólo para la noche de Navidad (s. IV). Su razón es clara: las primera palabras del himno están inspiradas en el canto que el evangelio atribuye a los ángeles en la noche del nacimiento del Señor;
– más tarde se canta en las celebraciones presididas por el obispo en las grandes fiestas (s. V-VI).
– a los presbíteros (sacerdotes) se les permitió luego cantarlo sólo el día de Navidad o en alguna otra ocasión muy solemne (s. VII).
– hasta en el s. X-XI se puede decir que se había generalizado el Gloria a todos los domingos y fiestas, fuera obispo o sacerdote el presidente de la celebración.
O sea, el Gloria pasó de ser un canto excepcional, sólo para Navidad o fiestas muy solemnes, a cantarse todos los domingos y fiestas, excepto los tiempo de tono más penitencial.
UN BUEN RESUMEN DE NUESTRA HISTORIA DE SALVACIÓN
El Gloria empieza con el canto de los ángeles, y sigue con una serie de alabanzas al Padre, para pasa después a alabanzas de Cristo, intercaladas con súplicas al mismo, y concluir con una doxología trinitaria.
a) El canto de los ángeles, tomado de Lc. 2,14, da nombre al himno: “Gloria a Dios en el cielo…” Este inicio se puede pensar como dividido en dos pensamientos: gloria a Dios y paz a los hombres. O bien, como prefieren en sus explicaciones varios Padres orientales, en tres: a Dios, gloria en el cielo; en la tierra, paz; u a los hombres, buena voluntad
b) A continuación cantamos alabanzas al Padre. Una alabanza que se fija más en Dios mismo que en los favores recibidos de Él.
c) Sigue la alabanza a Cristo. Aquí se suceden los nombre o títulos dirigidos a Cristo: “Señor Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre”. A los títulos les sigue una letanía de súplicas precisamente porque estamos convencidos del Señorío de Cristo le podemos dirigir confiadamente nuestra petición de ayuda. Finalmente dirigimos a Cristo más alabanzas: “porque sólo Tú eres Santo..”
d) Todo concluye con una doxología, breve pero densa.
SENTIDO ESPIRITUAL Y LITÚRGICO DEL GLORIA.
Es éste un canto teológico y cristológico de claro color pascual. Un himno de alabanza entusiasta que, con aparente sencillez, va desgranando, alabanzas, títulos y peticiones. El Gloria nos hace empezar cantando nuestra actitud interior de admiración y gratitud, de confianza y súplica al Dios Trino.
REALIZACIÓN MUSICAL
No tendríamos que resolver el Gloria normalmente recitándolo; al menos en los domingos y días más señalados, debería ser una canto entusiasta, festivo. El Gloria pertenece a los cantos que tienen “valor de rito o de acto” (IGMR 17), o sea, que no están pensados como acompañamientos a una procesión o a un gesto, sino que se recitan o cantan por sí mismos.
Hay diversas manera de hacerlo: “lo canta o la asamblea de los fieles o el pueblo alternando con los cantores, o los cantores solos” (IGMR 31). La última posibilidad (cantores solos) debería considerarse excepcional.