El matrimonio como sacramento o un simple proceso emocional.Escuela para padres: Parte 1

El matrimonio como sacramento o un simple proceso emocional.Escuela para padres: Parte 1

D. ¿CÓMO ESTÁ MI MATRIMONIO RESPECTO A LAS EXPECTATIVAS QUE TENÍAN?
Demasiadas parejas jóvenes van al matrimonio cegadas por esperanzas irreales. Creen que sus relaciones se caracterizarán por un alto nivel de continuo amor romántico. Como dijo un joven adulto: “Yo quería casarme para ver cumplidos todos mis deseos. Yo necesitaba seguridad, alguien que cuidara de mí, estímulo intelectual e inmediata seguridad económica … ¡pero no ha sido así!”.
Pero no es la magia, sino el duro esfuerzo, que hace fructificar un matrimonio. Cuando se producen resultados positivos es porque las dos personas caminan juntas, paso a paso.
Una descripción un tanto cínica del matrimonio es la de que se trata del “único juego de azar en el que ambos jugadores pueden perder”. ¡Es mejor verlo como el único juego en que ambos participantes pueden ganar”. Un historiador dijo: “No existe un caso de matrimonio que haya sido sometido a prueba y hallado defectuoso. En el mundo del siglo XX el verdadero matrimonio es profundamente deseado, pero raramente sometido a prueba”.
¿Y cómo se podría probar el “verdadero matrimonio”? De poco serviría buscar ayuda en la sociedad. La sociedad lucha con la crisis, pero continua desalentadamente enmarañada en su propia red de ideas y valores conflictivos. La sociedad busca respuesta y solo proporciona más y más preguntas.
¿Se trata de un mal incurable? En absoluto. La sociedad no ha encontrado el camino hacia el matrimonio feliz, pero Dios sí. Dios ha dado una pauta definida para el matrimonio, y si el hombre y la mujer siguen esta pauta, hallarán la felicidad y la armonía que buscan.
Se cuenta la historia de dos ríos que discurren mansa y quietamente hasta que se juntan en un punto determinado. Cuando esto sucede, los dos ríos chocan entre sí con gran violencia y ruido. Sin embargo, cuando el nuevo río se forma, cauce abajo, se aquieta gradualmente y vuelve a discurrir manso y suave. Pero ahora es mucho más ancho, más majestuoso y con mayor poderío. “Un buen matrimonio es a menudo así. Cuando dos corrientes independientes de existencias se unen, es probable el choque de una vida con otra en el punto de confluencia. Las personalidades se entre chocan en una disputa de preferencias. Las ideas luchas por ejercer su dominio y las costumbres rivalizan para adoptar posiciones. Algunas veces, como las olas, levantan rociadas que nos dejan sin aliento y que nos hacen preguntarnos a dónde ha ido a para la amabilidad. Pero esto no tiene importancia. Como en el caso de los dos ríos, lo que resulta de esta lucha puede ser algo más profundo y poderoso de lo que ambas partes eran por sí solas”.
Dos personas que han entregado sus vidas a Jesucristo tienen las posibilidades de formar un matrimonio feliz porque cuentan con una tercera persona: El Señor Jesucristo, que trabaja con ellos u los fortalece, pero debe existir comunicación entre ellos y el Señor Jesucristo y entre ellos mismos. En realidad la comunicación con Cristo y entre sí, es la clave de la felicidad en el matrimonio.
Honestamente ¿qué esperaban de su cónyuge y que encontró?
¿A qué hora se fue el amor?, o ¿en qué momento bendigo mi matrimonio?, ¿se frustraron nuestros planes o mi fantasía no se cumplió?, ¿eres más feliz que ayer?

Cuando la gracia de Dios se aleja del matrimonio, este mismo queda expuesto simplemente al sentimiento y al proceso emocional, el amor de Jesús no se manifiesta o no luce porque nuestros intereses son otros, y sólo alcanzamos a ver lo que no hemos concretado, sin embargo hay una luz que brilla desde una cruz y es el verdadero sentido del amor, un amor que no esta a discusión , sino que es una gracia ya ganada para elmatrimonio, el detalle es tomar y gozar de esa gracia.

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