En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.
No hagamos ya distinción entre pueblo de la circuncisión y mundo pagano, porque una nueva creación ha empezado.
Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios.
Por lo demás, que nadie venga a molestarme, pues me basta con llevar en mi cuerpo las señales de Jesús.
Hermanos, que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, esté con su espíritu. Amén.
Biblia Latinoamericana /se toma como guía el misal Católico : Asamblea Eucarística. México