El camino del justo es siempre derecho, tú le allanas el camino recto.
¡Ah, Yavé!, tú sabes que sólo buscamos el camino de tus preceptos.
Tu nombre y tu memoria son el anhelo del alma.
Mi alma te desea por la noche y mi espíritu se despierta en mí desde la mañana.
Cuando a la tierra le llegan tus juicios, los habitantes del mundo aprenden a ser justos.
Yavé, dígnate darnos la paz, pues, sólo tú llevas a feliz término lo que hacemos nosotros.
Yavé, en la angustia te buscábamos; vivíamos bajo la opresión y tu castigo nos apretaba.
Como la mujer sufre al dar a luz, se retuerce y grita en sus dolores, así estuvimos ante ti, Yavé.
Hemos concebido, tuvimos dolores como si diéramos a luz, pero ¡puro aire!; no hemos traído al país la salvación, y no se ven los pioneros de un mundo nuevo.
¡Tus muertos revivirán, y sus cadáveres resucitarán! Despierten y den gritos de júbilo todos ustedes, que yacen en el polvo. Que baje tu rocío, Señor, rocío de luz, y la tierra nos devolverá a los muertos.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico : Asamblea Eucarística. México