Investigad las Escrituras (…), pues ellas dan testimonio de Mí. (Jn 5, 39)
Jesús, constantemente en el Evangelio nos habla de Moisés, de Abraham, de Elías, de los profetas, de la Ley, etc. El es la figura central de la Biblia. En Él convergen todas las profecías. De Él dan testimonio todos los profetas (Hech 10, 43), y así vemos que de Él hablaron vario siglos antes: Moisés (Dt 18, 15; Hech 3, 22), David (2 Sam 7, 12-16), Isaías, quien dijo que nacería de una virgen y sufriría mucho por los pecados de los hombres (7, 14; 53), Miqueas, que dijo que nacería en Belén de Judá (5,2), etc…. y todas las profecías se han cumplido en Jesús de Nazaret, y que Él es el Mesías.
San Jerónimo dijo: “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Si se nos pregunta: ¿de qué trata la Biblia?, tendríamos que responder: Trata de Jesucristo.
3. Para la inteligencia de la Liturgia
El ciclo litúrgico nos habla de las fiestas de la Pascua, Pentecostés…, y en la Misa nos menciona a Abel, a Abraham, a Melquisedec,…; emplea los términos de Cordero de Dios, Tabernáculo, etc…
También el ritual nos habla de exorcismos, bendiciones…, y en la Misa de los esposos nombra a Raquel, Rebeca, Sara… y en la liturgia de la vigilia pascual y del bautismo, sus lecturas, la creación del mundo (Gen 1) la primera pascua (Ex 14, 24-31)…; la exhortación al pueblo judío para que sea fiel a la Ley (Dt 31, 22-30) y a los bautizados, “nuevo Pueblo de Dios”, a fin de que vivan fieles a los mandamientos de Cristo.
4. Para convencernos mejor de la Providencia divina.
La creación es el primer acto de un plan, de un designio amoroso de Dios que quiere el bien de sus criaturas y se desenvuelve a través de la historia humana.
El hombre, por cierto, es libre y responsable de sus actos. Mas Dios gobierna, sin embargo, todos los acontecimientos por su Providencia omnipotente: se ve en la historia de Abrahán (Gen 11, 13-31; 18) en la historia de José (Gen 37; 41, 38-42; 50, 20), en la de Moisés (Ex 2-3; 5,1; 6, 1, etc.)…
Dios en el AT aparece, a pesar de las faltas de su pueblo escogido, como un Padre que nos guía en nuestra marcha hacia la Tierra Prometida: la Jerusalén celeste, pues no tenemos aquí una ciudad fija, sino que vamos en busca de una que es eterna (Heb 13, 14).
5. Para nuestra educación espiritual
La Biblia es un libro educador. Durante dos milenios, Dios condujo pacientemente al pueblo de Israel del paganismo semítico hasta la luz del Evangelio…; la Biblia nos revela la pedagogía divina.
La conducta del pueblo judío es una gran lección para nosotros. Los héroes del AT con sus virtudes (fe, esperanza…), nos enseñan a realizar en nuestra vida personal éstas y otras muchas virtudes…; y su marcha por el desierto nos enseña a caminar rectamente por el de nuestra vida al seno de la nueva comunidad que es la Iglesia, verdadero pueblo de Dios, y por ella al llamamiento del Señor a fin de entrar un día en el lugar de su descanso (Heb 3, 7; 4, 3).
¡Cuántas cosas y ejemplos bellos se nos narran para que los imitemos, y cuántos crímenes y cosas detestables se nos refieren también para que nos apartemos de ellas! En al AT: La virtud engrandece a los pueblos mientras que el pecado los hace miserables (Prove 14, 34).
¿Cómo hemos de estudiar la Biblia?
El estudio de la Biblia no está precisamente en aprender unas cuantas nociones o en disputar sobre estas o aquellas teorías a veces poco fundamentadas, o bien sobre el autor humano de cada libro bíblico en casos bastante dudosos; si bien todo es necesario para podernos acerca a la verdad y ver lo que puede darnos mayor luz, hemos de reconocer que eso es lo más importantes es saber que la Biblia es la Palabra de Dios escrita y, por tanto, que Dios es su autor principal y que se valió de los autores humanos, sena los que fueren, para comunicarnos su Palabra.
Lo esencial, pues, en este estudio de la Biblia está en leer y relacionar el contenido de los libros de la misma para profundizar en el mensaje de Dios, y así saber lo que el mismo Dios ha querido que sepamos de el.
Por Benjamín Martín Sánchez, Manual de Sagrada Escritura Tomo III, Ediciones Palabra, Madrid, 1979
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