3. PARA DAR FRUTO
Estamos llamados a dar fruto abundante, para bien de nuestra familia espiritual, de la Iglesia toda y de toda la humanidad: «La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto»[17].
Ante todo se trata de dar un fruto de conversión y santidad en nuestra propia vida: «El fruto evocado en estas palabras (Jn 15,5) es la santidad de una vida hecha fecunda por la unión con Cristo»[18]. Por la permanencia en el Señor, en su amor, el Espíritu Santo va realizando lentamente en el discípulo una transformación interior, una progresiva configuración con los pensamientos, sentimientos y actitudes del Señor Jesús, hasta el punto de poder llegar a decir también con San Pablo: «soy yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí»[19]. Es el Espíritu del Señor que, derramando el amor divino en mi corazón como una savia vital, me permite obrar con la fuerza del Señor Jesús y amar con su mismo Amor. De allí la importancia de perseverar en la vida espiritual, procurando que por la caridad crezca cada día más en intensidad.
Por otro lado, al permanecer en Él y Él en mí, al inundarme con su Presencia, con su gracia, con su vida y amor, el Señor me hace fecundo para el apostolado, pues por mi sola presencia, o ya sea por mis gestos, palabras o acciones, mi vida se convertirá en una intensa irradiación de Cristo. Así el Padre será glorificado también por los frutos de mi apostolado. En este sentido no olvidemos que el Padre, invitándonos a vivir intensamente esta comunión con su Hijo mediante la mutua permanencia en el amor, «nos pide una colaboración real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en nuestro servicio a la causa del Reino»[20].
Meditación
- El Señor nos invita a permanecer en Él: Jn 15,4; en su amor: Jn 15,9.
- Permanecemos en el Señor si guardamos sus mandamientos: Jn 15,10.14; Quien ama al Señor, guarda sus mandamientos: Jn 14,15.21; su mandamiento es que amemos como Él: Jn 15,11.
- De modo particular permanecemos en Cristo por la Eucaristía: Jn 6,56.
- El Señor nos ha llamado y destinado a dar mucho fruto: Jn 15,16; separados del Señor no podemos dar fruto; da fruto quien permanece en Él: Jn 15,4-5; la gloria del Padre está en que demos mucho fruto: Jn 15,8.
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO
1. ¿Qué hago para permanecer en el Señor? ¿Y qué más podría hacer?
2. ¿Qué significa que yo debo permanecer en la Palabra del Señor? ¿Qué implicancias tiene para mi vida?
3. ¿Cuáles son los frutos de conversión y santidad en mi propia vida?
4. ¿Estoy realmente esforzándome por transformar mi interior? ¿Qué más puedo hacer?
5. ¿Soy conciente que sólo puedo dar frutos apostólicos si permanezco en el Señor? ¿Qué voy hacer entonces?
[1] Lumen Gentium, 6.
[2] San Cirilo de Alejandría, Comentarios sobre el Evangelio de San Juan; Libro 10,2.
[3] Jn 15, 2.5.8.
[4] Jn 15,16; ver 4,36.
[5] Hech 9,31.
[6] Lc 19,5-7.
[7] Lc 24,29; Mt 26,38; 1 Jn 4,40-42.
[9] Jn 15,5.
[10] Ver Jn 15,10.
[11] Ver Jn 14,23.
[12]Ver Jn 14,15-23; 1Jn 3,24.
[13] Ver 2 Jn 9; 2 Tim 3,14.
[14] Jn 15,10.
[15] Ver Jn 2,5;
[16] Jn 14,23.
[17] Jn 15,8.
[18] Catecismo de la Iglesia Católica, 2074; ver también 736.
[19] Gál 2,20.
[20] S.S. Juan Pablo II,Novo millenio ineunte, 38.