Elías dijo a Ajab: “Ahora sube, come y bebe, porque ya está aquí el trueno que anuncia la lluvia”.
Ajab subió para comer y beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se inclinó y puso la cara entre sus rodillas,
luego dijo a su sirviente: “Sube y mira para el lado del mar”. El muchacho miró y dijo: “No hay nada”.
Elías le dijo: “¡Vuelve de nuevo!”
Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano. Elías le dijo entonces: “Anda a decir a Ajab que enganche su carro y baje, porque si no lo, va a pillar la lluvia”.
En poco tiempo el cielo se oscureció, el viento empujó las nubes y cayó la lluvia a torrentes; Ajab se subió a su carro y se volvió a Yizreel.
Entonces la mano de Yavé se posó sobre Elías; éste se apretó el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Yizreel.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México