El sentido de la conquista
El cumplimiento de la promesa se lleva a cabo mediante la posesión de la tierra. (Dt 1, 6-8)
Las dificultades de la conquista, ciertos fracasos y reveses que obligan al pueblo a retroceder no son negados por el autor, son interpretados como fruto del pecado del pueblo. (cf. Jos 7)
La posesión de la tierra, objeto de las promesas
La posesión de una tierra representa, para un pueblo de nómadas como eran las tribus israelitas, el descanso después del duro caminar por el desierto, lleno de incomodidades y de peligros.
En efecto, Yavé como dueño de toda la tierra, da su pueblo en herencia, como posesión, una tierra concreta de este mundo.
Sin embargo, pronto la paz se verá amenazada tanto por los enemigos que estaban ahí, como por los extranjeros como será la deportación, esto los lleva a pensar que la promesa de descanso se refería a otro tipo de reposo, más duradero, en otra tierra, en donde no exista el llanto, ni la muerte, ni la guerra (cf. Ap 21, 4)
Con Cristo la posesión de la “nueva tierra se ha hecho posible y se ha hecho realidad.
8) David, el rey según el corazón de Dios
Objetivo
El participante descubrirá el sentido de la monarquía en la Historia de la Salvación.
Textos a leer antes de iniciar el tema 1Sm 16; 24; 26; 2Sm 1-2; 5-7; 24; 1Cro 22.
Los comienzos de la monarquía en Israel
El pueblo de Israel está siendo gobernado por los jueces, pero se ve amenazado por los demás imperios y por lo tanto piden a Samuel (el último de los jueces) que les dé un Rey.
Yavé le dice que les dé un rey. El primero será Saúl, el cual dilatará poco por haber usurpado el poder sacerdotal de Samuel.
Más tarde aparecerá Israel, de la tribu de Judá, al cual Dios le reiterará la promesa del Salvador.
David, rey en Israel
David es aclamado rey de Judá en Hebrón, siete años después las tribus del norte también lo aclamarán rey. Por sus hazañas contra los filisteos se dirá que en él reposa el espíritu de Yavé (2 Sam 5, 1-3). David logrará la liberación definitiva del territorio israelita en manos de todos sus enemigos, especialmente la de los filisteos.
También caerán otros pueblos limítrofes como Amón (10, 1-5), las tribus arameas del norte (10, 8-14), Moab y Edón (8, 2,13s) y los territorios sirios (c. 8).
La figura y la obra de David
David a pesar de ser el más pequeño de entre los hijos de un betlemita, siendo un simple muchacho es el elegido.
David físicamente será un instrumento inadecuado para liberar al pueblo de Israel, sin embargo saldrá vencedor, ya que no confía en sus fuerzas, sino en el poder de Dios (1Sm 17, 46-47).
Sentido de la unificación de las tribus
Israel durante muchos años ha sentido el peso de la imperfección de su conquista, será David el que logre unificar a las tribus de Israel y esto será un signo visible de la futura unión de todos los pueblos y gentes de la tierra.
La ciudad donde vivía David pasará a ser la ciudad de Dios, en ella morará de ahí en adelante el Dios de Israel con una presencia especial que será el arca. Esta ciudad como ya lo sabemos es Jerusalén.
David, padre del futuro “ungido”
David se da cuenta de lo que significa el arca para el pueblo de Israel y por eso la traslada a Jerusalén.
Este signo llevará consigo la continuidad de la alianza en ese nuevo orden (la monarquía), con lo cual la alianza de Dios con el pueblo en el Sinaí. Ahora bien sin perder su carácter general para todo su pueblo, esa alianza se concreta y se encarna en la alianza que Yavé hace con David y su familia (2Sm 7). Yavé le garantiza que uno de su descendencia subirá al trono.
Con lo anterior ya empezamos a ver la promesa del ungido de Yavé que descenderá de David.
El significado teológico de la figura de David es que como el primero que salva a su pueblo de sus enemigos no lo hace por su fuerza, sino por su confianza plena en Yavé, además de que será un reinado de justicia y paz.
El Evangelio de Mateo (1, 1) se menciona que Cristo es el Hijo de David, que vendrá a ocupar el trono de su padre y que será un reinado eterno de justicia y paz. Ap 22, 4-5.