No prepararse. Cuarta tentación del predicador.
No hay peor situación que llegar a una presentación, predicación o dar una charla en público sin haberse preparado. Debes dominar el esquema (buena nueva) o tema, documentarte sobre todos los términos que vas a usar, ser un “experto” en el tema, aún cuando sea algo que no es de tu dominio, tu área o carrera, parece que implicase tanta preparación o que sea muy vivencial aún aunque hayas sido invitado excepcionalmente. Prepararse significa: documentarse (sagrada escritura), revisar, practicar, practicar y practicar tu presentación, tu predicación, tu charla o platica. He ahí la gran tentación restarle importancia, creer que sólo un anuncio sencillo, ya lo he dado varias veces.
Los pregoneros de la palabra de Dios son los que tienen mayor tentación, soy un ungido, El Espíritu es que hace todo, ya dirá Dios, para que me la complico tanto; son algunas de las muchas justificaciones y expresiones que utiliza el predicador para no prepararse y si le agregas “no tengo tiempo”, “saben ellos que no soy un profesional.
No te atengas a Flash, Power Point, o cualquier herramienta tecnológica. El público quiere escuchar un predicador, orador, no deleitarse (o aburrirse en el peor caso) en una presentación de computadora. Tienes que revisar el material, es decir que sea el adecuado al tema, conciso, relevante, no saturado con citas y datos que no van al caso, ameno (pero no chistoso).
Si el predicador no pide la gracia a Dios para no caer en esa tentación, hay de aquel hermano que como predicador esta muerto sin darse cuenta
Juan Revilla
Escuela de Pastoral de San PIo X
León Gto. Mex.