Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el reino y la perseverancia en Jesús, me encontraba en la isla de Patmos a causa de la palabra de Dios y por haber proclamado a Jesús.
Se apoderó de mí el Espíritu el día del Señor y oí a mis espaldas una voz que sonaba como trompeta:
Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete Iglesias: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.
Me volví para ver quién me hablaba. Detrás de mí había siete candeleros de oro,
y en medio de los candeleros vi como a un hijo de hombre vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y un cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verlo caí como muerto a sus pies; pero me tocó con la mano derecha y me dijo: “No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo,
el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la Muerte y de su reino.
Escribe, pues, lo que has visto, tanto lo presente como lo que ha de suceder después.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el Misal Católico : Asamblea Eucarística mensual. México