Santa María Luisa de Jesús
Etimológicamente significa “princesa de las aguas”, en lengua siria y “guerrera ilustre”, en lengua alemana.
Esta joven inquieta en lo espiritual nació en Poitiers el 7 de mayo de 1684.
La familia es la primera educadora en los valores humanos, culturales y religiosos. Si en ella no hay ambiente en alguno de esos aspectos, todo se viene abajo.
María Luisa tuvo la suerte de que su familia antepusiera los valores a otras cosas que, aunque más rentables en lo económico, no dan la felicidad completa.
A sus 17 años tuvo un encuentro con Luis María Grignon de Montfort. Desde ese instante quedaron unidos para siempre en las tareas apostólicas del reino de Dios.
En su recorrido espiritual se ve con facilidad la mano de Dios. Por su inspiración fundó las Hijas de la Sabiduría.
Tenía claro lo que tenía que hacer: ponerse incondicionalmente en manos del Señor. Recordaba a menudo las palabras de su compañero y director espiritual:<< Si no se arriesga algo por Dios, no se hace nada grande por él>>.
Aunque murió muy joven, a los 43 años, dejó su vida plasmada y continuada en sus hermanas.
¿A qué se dedican?
A lo estrictamente evangélico, a lo que no quieren los demás. Su obra se centra en varios puntos: escuelas de caridad, visitas y cuidados a los enfermos, centros de acogida para dar comida a los mendigos y transeúntes, gestión de grandes hospitales marítimos en Francia.
La llamaba “La Buena Madre Jesús”.
Su programa espiritual y humano se condensa en esta frase:<<Es necesario que yo ame a Dios oculto en mi prójimo>>.
Murió el 28 de abril de 1759. El 16 de mayo de 1993 Juan Pablo II la levó al honor de los altares.
San Pedro de Chanel
(Piedra o roca ) en latín
Pierre-Louis-Marie Chanel nació en Cuet (Francia) el 12 de julio de 1803. Su familia era campesina y Pierre de niño fue pastorcito. Era muy buen estudiante y fue ordenado sacerdote a la edad de 24 años, en 1827. Lo asignaron a la parroquia de Crozet la cual estaba en decadencia y pronto comenzó a renovarse gracias a la devoción del joven sacerdote. Tenía don especial de servicio a los enfermos.
Ejerció durante algunos años el ministerio pastoral. Ingresó en la Compañía de María (padres Maristas) (1831). Enseñó en el seminario de Belley por cinco años. Fue con un compañero laico de 20 años de misionero y desembarcó en la isla Fortuna, Oceanía el 12 de noviembre de 1837. Encontró que el canibalismo solo recientemente se había prohibido pero la isla estaba dividida entre dos tribus que estaban continuamente en guerra.
En medio de dificultades de toda clase, consiguió convertir a algunos paganos. Aprendió el idioma nativo, cuidaba a los enfermos y enseñaba. Su ministerio le granjeó el odio Niuliki, jefe de la tribu musumusu, quien estaba celoso de la influencia del misionero que había convertido hasta algunos miembros de su familia. Mandó a unos sicarios que lo asesinaron a golpes en la isla Futuna el 28 de julio de 1841. Descuartizaron su cuerpo con hachas. Es el primer mártir de Oceanía.
Canonizado el 12 de junio de 1954 por el Papa Pío XII
Es patrón de Oceanía.
El sacerdocio y el apostolado
En octubre de 1824 Pedro Chanel inicia su teología en el seminario mayor de Belley que Monseñor Devie había instalado en el antiguo convento de los Agustinos reformados. Su ordenación sacerdotal tan ansiada llegaría el 15 de julio de 1827. Y enseguida fue nombrado vicario parroquial en Ambérieu-en-Bugey.
Uno de sus primeros actos como vicario parroquial fue la introducción del mes de María. Y muy pronto sus actividades pastorales le hicieron soñar con las misiones. Pero su obispo no le dio autorización sino que el 1º de septiembre de 1828 lo nombró cura párroco de Crozet, pequeña población de 800 almas en las montañas del Jura. Allí debería afirmar su débil salud a la vez que ejercitar su apostolado misionero en una población de mayoría calvinista.
El joven párroco pensó enseguida en los más pequeños. Confió la enseñanza de los niños a un joven instruido y de sólida piedad; y las niñas a una religiosa, Hermana de la Providencia de Portieux, ayudada por su propia hermana, Francisca María Chanel, que aspiraba a la vida religiosa.
Si duro era el apostolado en ambiente protestante, sus múltiples obras de misericordia le conquistaron todos los corazones. Pero la vocación misionera no se apartaba de su cabeza. Vocación que se afianzó al conocer al sacerdote Juan Claudio Colin que dirigía las misiones parroquiales de la diócesis de Belley con un grupito de compañeros que se llamaban ya Maristas. Después de varias entrevistas, de mucha reflexión y oración, y de pertinentes consultas, el cura párroco Pedro Chanel manifestó su deseo de ingresar en la Sociedad de María, entre cuyas misiones figuraba la evangelización de los infieles.
Aceptado muy gustoso por el Padre Colin, y obtenido su permiso del señor obispo Monseñor Devie, lo primero que hizo fue asegurar el porvenir de su hermana y colaboradora parroquial Francisca María. Deseosa de la vida religiosa, ingresó en el convento de Bon-Repos, entonces casa-madre de las Hermanas Maristas, donde profesó con el nombre de Hermana Santo Domingo. |