¿ Quién no se pone feliz en proclamar la buena nueva ?, ¡ Todos ! somos felices en proclamar y ser instrumentos para Dios en dar buenas noticias; el predicador es uno de los seres humanos quizás más afortunados, la pregunta de papá Dios ¿ a quien mandaré ?, es una prueba del papel del elegido ¡ mandame a mi !.
Nuestro Señor Jesús lo pone como un mandato, ” Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” Mc 16, 15, es un mandato por lo tanto no hay ningún problema en hacerlo, al contrario cumples con el precepto; sin enbargo, aquí es donde se abre una trampa a los pies de cualquier predicador, nadie esta excluido, la fama y el aplauso, tensiones, ambiente y otros factores pueden hacer que el predicador olvide voluntaria e involuntariamente que es lo que debe predicar.
La trampa se abre sutilmente a los pies del predicador y se queda lista para cerrarse, no se da cuenta de lo que ocurre pero algo esta cambiando, su predicación bien elaborada, bien planteada, excelentemente bien proclamada sólo que de un 100% de la predicación un 30% dijo ” a mi me pasa esto” ” antes yo “” yo siempre digo que…”, no hay tanto problema dicen nuestros coordinadores es que la predicación es vivencial; tiempo después ya es un 45% donde el constantemente les dice: “miren como a mi me paso” “yo me decidi por Cristo” “yo entendi lo que él quiere” ” yo tampoco lo sabía hasta que me lo reveló”.
La palabra Jesús la nombró 10 veces y el yo 30 veces, todavía no alcanza a ver que es lo que pasa pero, ahora ya el predicador cada que tiene oportunidad se pone como ejemplo de vida, el modelo que es Jesús por antomasía queda en segundo término; le gusta que le digan: ¡ qué bien lo haces! ¡ tu si eres ungido de Dios! ¡ a ti no te dejen de dar tema porque contigo esta el Espíritu Santo!, tristeza en el corazón porque la trampa se cerró y Jesús queda fuera de su vida y privó a otros de conocer al único y verdadero Dios Jn 17, 3.
Predicar es muy bello sobre todo si se esta en la verdad, proclamar el evangelio real, dar testimonio que ahí se manifiesta la gracia de Dios, es el objetivo del predicador, pero cuando esté se pierde en la esencia de la predicación y se predica asi mismo en lugar de Jesús, el predicador ha caido en la trampa.
Predicarse así mismo ocurre con mucha frecuencia, la vanagloria, el egoísmo, autosuficiencia y soberbia es lo que nos hace parecernos a satán, quien quiere hacer a un lado, quitar de su lugar que le corresponde a Cristo Jesús. Son tantos los métodos que utiliza el enemigo para que la buena noticia falle.
Amigo la oración sincera, sin justificacación, sin interés es lo que puede ayudar a analizar la realidad que vives como predicador, como puede Dios hablar a un corazón ruidoso, a un corazón sordo, a un corazón ciego o a un corazón donde Jesús ya no es el centro de su predicación.
Oremos porque estemos atentos a esa trampa y que el Espíritu Santo nos la revele aun con dolor de nuestro corazón ya que al tomar la gloria de Dios estaremos cavando nuestra tumba y condenación.